miércoles, 29 de agosto de 2012

Bestiario de Piar VII (y última entrega): la flipada

La piar flipada es aquella que ha sobredimensionado completamente la realidad y, especialmente, la importancia de aquel a quien representa. Y no en el sentido positivo de querer hacerle la comunicación abnegadamente para que llegue lo más alto posible y a cuantos más sitios, mejor. Al contrario. Esta piar piensa que, juntos y gracias a ella, ya han llegado. Aunque a su representado no lo conozcan ni en su casa a la hora de comer. Así que, cuando intentas ponerte en contacto con ella, practica el sofisticado arte de hacerse la interesante. La más descarada que me ha tocado aplazó la cita con el actorzuelo de segunda al que le llevaba la comunicación más de cinco veces en la misma semana. Esgrimió todo el inventario de excusas para estas ocasiones: oye, que es que le ha surgido otro compromiso, oye, que es le ha salido un grano y ha tenido que ir a explotárselo de urgencia, oye, que es que se le ha muerto un amigo... Tristes eufemismos para disfrazar la amarga verdad: que al actor, hacer la entrevista no le salía del escroto (es decir, del forro de los cojones). Al final, tienes que resignarte y decir: Mira, Greta, ya veo que en esta vida no ha habido suerte, así que le entrevistaré en la próxima reencarnación (y sólo si el karma decide castigarme por mis pecados y me vuelve a tocar ser periodista, que si no, ¡já!,vas lista). Pero sin duda, algunas piar flipadas tienen más gracia que otras. Conocí a una graciosísima. Y con unas ideas tan deslumbrantes que, un poco más, y erradica el hambre en el mundo ella sola. Me mandó un correo (y lo copio textualmente para que no me podáis acusar de que exagero), que rezaba así: “Tb habia pensado que podrias recoger a Laura (su representada) en la peluquería, una de las mas famosas en NYC”. Claro, Colleen (sí, era española pero se hacía llamar Colleen), cómo no. Si la profesión estaba humillada, esto era ya lo que nos faltaba. Ir a recoger a las fuentes a la peluquería. Y oye, que digo yo. Que, si te parece, como cuando hago malabarismos con el trípode, la cámara, la libreta y la grabadora, aún me sobra libre un dedo meñique, también puedo irme de compras con ella y llevarle las bolsas. E ir tarareando la canción de “Pretty Woman”, para que se compre los Louis Vuitton con ambientación y más a gusto. Aquí lo único que importa es que tu representada se sienta realizada. Y quién soy yo para aguarle la fantasía.

En fin, lo que hay que aguantar. Pero la cosa es que lo seguiré aguantando. En primer lugar, porque hay que reconocer que, muchas veces, sin el trabajo de las piar, el tuyo tampoco saldría adelante. Y en segundo, porque, tal como está el patio en el tema laboral, (y aunque la idea resulte inquietante), el día menos pensado yo misma podría tener que cambiar de bando y pasarme al lado oscuro. A ese lado oscuro llamado el mundo de las piar, que he intentado catalogar para hacer mi particular contribución a la ciencia. Fue un placer presentaros a la efusivo-hipócrita, a la gorilera cara de perro, a la salvapatrias, a la kafkiana, a los chicos de Sotheby's, a la florero empty-mind y a estas flipadillas. Aunque la serie veraniega se acaba aquí, prometo seguir oteando el horizonte. Si descubro un nuevo ejemplar (no en vano algunos entendidos afirman en sus tesis doctorales que hay más especies de piar sin descubrir que de insectos), seréis los primeros en saberlo.

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