viernes, 12 de diciembre de 2014

No hay imposibles, sólo improbables

La hermana pequeña se despertó gritando en mitad de la noche. Los gritos eran tan espeluznantes que acudió junto a su cama con la sangre tan helada que no le corría por las venas. Para cuando llegó, la niña ya estaba incorporada. Había apoyado las manos sobre la almohada y se encontraba bañada en sudor. Los jadeos la ahogaban. Tenía los ojos perdidos, viendo todavía quién sabe qué.
-¿Qué te pasa?
La pequeña le devolvió una mirada estupefacta.
-Creo que fue una pesadilla.
Ante aquella declaración, sonrió de ternura y le pasó la mano por la frente, para restañarle el frío del mal sueño.
-Entonces ya pasó.
-¿Seguro?
-Tanto como que hay luna y sol.
-¿Ya estoy despierta?
-Lo estás.
-¿Y nada de lo que ocurrió en el sueño es real?
-Claro que no.
Pero le asaltó la duda y lo preguntó:
-¿Qué soñaste?
-Que me moría.
Un escalofrío le torsionó la médula espinal.
-¡Qué espanto!
Se quedó un instante en silencio, sin querer saber. Luego dijo:
-¿Cómo fue eso, niña?
-¿El qué?
-Que cómo te morías.
-Pues... la verdad es que fue raro. Porque no me morí como se mueren en las pelis. Quiero decir, que ni me ahogué, ni me quemaron, ni me mató la bala de un gánster... Lo que pasó fue que, de pronto, sentí que había cosas que no podía hacer, ¿sabes? Nunca me había ocurrido antes. Por eso me asusté. Soñé que en el mundo había cosas imposibles, que jamás podría cumplir, y, justo entonces... ¡me empecé a morir!
La hermana pequeña lo contaba incrédula. Seguía apoyada en la almohada. Ya no jadeaba. Pero, sin que ella misma se diese cuenta, habían comenzado a correrle por la cara dos regueros caudalosos de lágrimas. Ansiosa, le preguntó:
-¿Tú qué crees? ¿Tiene sentido lo que soñé? ¿Podría hacerse realidad algún día?
-Por supuesto que no -replicó con la boca hinchada de rotundidad-. No hay imposibles. Sólo improbables. Así que no tengas miedo y vuelve a dormirte.
-¿Y si tengo otra pesadilla?
-Eso no importa. Tú duérmete y sigue soñando.

Aún no era tiempo de que la hermana pequeña se hiciese mayor.






miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cuento belga de "¿Qué me pongo en Navidad?"

Y aconteció que llegó la Navidad a Bruselas y la torre del Ayuntamiento se fue a comprar un traje con el que engalanarse para pasar las fiestas luciendo especial y hermosa. Volvió a la Grand Place a última hora de la tarde, cargada de bolsas por donde se le salían los ropajes. Había comprado el mismo modelo indumentario en distintos colores y se dispuso a probárselos todos delante del abeto que habían plantado en medio de la plaza a comienzos de aquel diciembre. Aunque la torre del Ayuntamiento aparentase indiferencia, era su más ferviente deseo impresionar a aquel árbol gallardo, ya que había comenzado a fraguarse un particular sentimiento por él en lo más profundo de sus cimientos. Y así fue como dieron comienzo las probatinas.
-Oiga, Abeto, ¿qué te parece este atuendo lila? Me queda como un guante, ¿verdad? 


Y es tan femenino, tan favorecedor, tan luminoso... Aunque tal vez resulte algo cursi, ¿no te parece? Y un poco ostentoso. Sí, sin duda lo es. Así que desechémoslo y veamos cómo me cae este azul...  






Aquel dilema existencial y cromático pudo con ella, y la torre del Ayuntamiento entró en una profunda crisis de desaliento. La alta costura podía desmantelarle la vida a cualquiera. Y para acabar de empeorar la situación, el abeto de sus ojos estaba ahí, parado en mitad de la plaza, siendo testigo de cómo su airosa aguja tocaba fondo. Sin poder contener los sollozos, decidió, a la desesperada, involucrarlo en su desgracia pidiéndole consejo, de modo que le dijo entre hipidos, sorbiéndose los carámbanos:
-¿Con cuál me quedo Abeto? ¿Cuál me sienta mejor? Decídelo tú, que yo soy incapaz. Con todos me siento un adefesio...
Y el árbol de Navidad, que era un filósofo de la escuela de los pragmáticos, ahogando un bostezo que removió sus ramas cargadas de luces, dictaminó:
-Pues a mí como más me gustas es desnuda.
Y tras quedarse muy pensativa un momento, la torre del Ayuntamiento devolvió al día siguiente todos los ropajes y, muy digna, se quedó el resto de las navidades en piedra picada.

jueves, 13 de noviembre de 2014

El misterio de la insistencia sin sentido

Hace tres semanas que paso a diario por la estación de metro de Nuevos Ministerios, y tres son las semanas en las que diariamente me he visto interceptada por un animoso muchacho que, apenas me divisa, se aplica a dar saltitos vistosos, a agitar los brazos como si fuese un náufrago tratando de llamar la atención de un trasatlántico desde su isla desiertísima llena de cocoteros, y a ejecutar otra serie de cabriolas circenses con mayor o menor gracia. ¿Que por qué lo hace? Pues porque trata de venderme una tarjeta, un producto bancario o alguna otra cosa de ese pelo que ya no recuerdo y por la que no siento el más mínimo interés, como creí haber dejado constancia con meridiana claridad y contundencia en nuestra primera entrevista.

Pues nada. Invariablemente, en cuanto me ve, vuelta la mula al trigo con su particular danza de la lluvia. Al principio, le esquivaba. Ahora, simplemente le miro con cara de pena y le pregunto: "Pero, en serio, ¿otra vez?".
Esta contumacia me está empezando a parecer realmente sorprendente, así que, como una adolescencia leyendo a Sherlock Holmes me ha dejado vicios y secuelas irreparables en el cerebro, he perdido el tiempo en elaborar una lista de hipótesis que, bajo mi punto de vista, son plausibles a la hora de explicarla:

1) Mi cara es muy poco memorable y, de un día para otro, dado el gran volumen de caras que presumiblemente ve el chaval a lo largo de la jornada, se le olvida.

2) La política de su empresa hizo que tuviese que firmar una cláusula en su contrato que reza "manténgase inasequible al desaliento por mucho que vea el asunto tan negro como el sobaco de una hormiga".

3) El chaval, de motu proprio, es un optimista nato y confía en que mi almohada sea más sabia que yo, de modo que, un buen día, yo le diga: "Tenías razón todo este tiempo.  Anoche mi almohada me dijo 'compra esa tarjeta/producto bancario/llámalo X... Sea lo que carajo sea, ¡cómpralo!', y he decidido hacerle caso. De hecho, ahora lo que me pregunto es ¡¡¡cómo he podido vivir todos estos años sin esto que me vendes!!! ¡Gracias por abrirme los ojos, querido benefactor!".

4) Quiere ligar conmigo.

5) Quiere vengarse de que tenga las cosas tan claras y de que mi indiferencia no le dé ni opción a explicarse y, en consecuencia, se dedica a hacerme la puñeta.

No sé cuál de estas hipótesis será la verdadera. No creo que vaya a descubrirlo jamás. Puede que no sea ninguna. O puede que sea una pequeña parte de las cinco. A fin de cuentas, tal vez la verdad sólo sea la mezcla de muchas cosas.

Los viejunos y la pela

Sabes definitivamente que te has hecho mayor el día que recibes el catálogo navideño de Toysrus y, en vez de en los juguetes, te fijas más en el precio que aparece al lado (a una media de 50 machacantes la cocinita o el Action Man) y te preguntas con verdadera intriga cómo se las ingeniaban tus padres para sonreír aparentando ilusionarse cuando hacías las peticiones a sus Majestades estampando el dedo en más objetivos de la cuenta, en lugar de hacerse el harakiri allí mismo y gritar con desesperación: "¿¿Y qué más, pequeña e insaciable sanguijuela, y qué más??".
Pues sí, señores. He tardado 25 años, pero ese aciago día ha llegado. Me he hecho mayor.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Te comería a versos

Le hablaron de la versófaga y, como nunca había visto ninguna, se fue a conocerla. Cuando la tuvo delante, le preguntó:
-Vamos a ver, ¿tú a qué te dedicas?
Y la versófaga le respondió:
-Pues verás, yo soy artista, y por eso hago las cosas por amor al arte. Es decir, que vivo del aire. Y como los versos están hechos en un noventa por ciento de aire (el talento y la inspiración tan sólo son el diez por ciento restante), básicamente mi dieta se compone de versos.
-¿Y eso cómo se come?
-Pues resulta que cuando compongo un poema sobre una realidad, esa realidad me alimenta. Chute de nutrientes a cambio de chute de estrofas.Es sencillo. Quid pro quo.
-Eso sí que no me lo trago.
-Da igual que tú te lo tragues o no para que la verdad sea la que es.
Y él recapituló:
-Entonces, me estás diciendo que, por ejemplo, ¿podrías comerme a mí?
-¡Claro!
-¿Cómo?
-Componiéndote un poema de amor.
-Pues venga, inténtalo.
Y la versófaga sonrió:
-Tú lo has querido... De hecho, son tantas las ganas que te tengo, que para comerte a ti sólo necesito dos versos.
-¿Cuáles?

-"Ñam
   ñam".

En cuanto la versófaga lo recitó, él soltó un alarido por el salvaje mordisco que le propinó esta rima consonante. Y de tanto como la versófaga le quiso en adelante, el pobre hombre se quedó en los huesos.



martes, 28 de octubre de 2014

Mi más sentido bésame

El hombrecito verde del semáforo estaba enamorado del hombrecito rojo. Fue amor a primera vista, y eso que aquel primer vistazo sólo duró un segundo. Lo divisó, se enamoró y el hombrecito rojo, fundiéndose a negro, se desvaneció. Para cuando regresó, fue el hombrecito verde el que se marchó.
Ésa era la condena de aquel amor irremediable. Coincidir un momento y perderse. Salir uno y entrar otro. Encenderse el verde y apagarse el rojo. Vienes o voy. Saber que existían pero en tiempos y lugares diferentes. Y no tenerse.
El uno era pasión. El otro, esperanza. Por eso el hombrecito verde jamás se rindió, por mucho que su vida consistiera en encontrarse continuamente con el amor para, de inmediato, verlo titilar y desaparecer. Uno de esos amores imposibles de los que, con razón, se duele el mundo.
Hasta que un día un niño vándalo arrojó una piedra contra la luna roja del semáforo y ésta se rompió. El hombrecito que vivía en ella cayó en la del hombrecito verde, como un regalo del cielo envuelto en una lluvia de cristales.
Asustado y tembloroso, el hombrecito rojo dijo:
-Dame asilo.
Y el hombrecito verde respondió:
-Acabas de llegar a casa, cariño.
-Pero la mía se ha roto y estoy triste.
-Yo en cambio estoy feliz, porque al fin estás conmigo, pero mi más sentido bésame.





Aquel día, la plaza de España se paralizó. Los automóviles y los peatones se quedaron sin saber qué hacer, si cruzar o pararse, testigos mudos y sobrecogidos de un beso eterno que duró hasta que sobrevino un parpadeo y la luz naranja se encendió.

sábado, 25 de octubre de 2014

Tengo un juguete nuevo

Al inefable placer que supone aprender una palabra nueva, se une la feliz circunstancia de que la aprendas simplemente mirando a una pared. Y más sabiendo que, a partir de ahora, cuando me pregunten a qué me dedico, podré responder: "Periodista por afición y nefelibata por vocación". Puede que me peguen. Pero lo que es seguro es que el palmo de narices con el que se van a quedar no se lo quita nadie.

Y digo yo, ¿por qué no se usará en el habla común una palabra tan bonita y que describe una realidad tan cercana (por fortuna, yo conozco personas nefelibatas a cascoporro, lo que indica que abundan), igual de hermosos el continente y el contenido que expresa? Así que venga... ¡a recuperar ejemplares rarunos del léxico injustamente olvidados! Españoles, queda inaugurada oficialmente la ONG Lexicógrafos Sin Fronteras. Y también este pantano.



miércoles, 8 de octubre de 2014

¿Por qué yo por Excalibur mato?

Todo el día de ayer estuve leyendo análisis sobre si se debía o no sacrificar al perro de la enfermera española contagiada de ébola. Como soy una tía muy gregaria, amén de egocéntrica, voy a aportar el mío, abordado además desde un enfoque que no he leído en ninguna parte, por lo que me llevo bonus de originalidad hasta que se demuestre lo contrario.
Más que nada, lo que pretendo es ofrecer otro punto de vista a todos aquellos que se han rasgado las vestiduras por el hecho de que la vida de un cánido, "el puto chucho", parezca suscitar un debate más enconado y una reacción infinitamente más apasionada que los que despiertan los miles de africanos que están muriendo a causa del virus.

Sí: puede parecer un despropósito, propio de desalmados o sociedades enfermas que han perdido la aguja de marear de las prioridades, pero, en el fondo, no es sino una manifestación totalmente lógica de la condición humana. Porque el ser humano, señores míos, no está diseñado para preocuparse por problemas en abstracto. Lo que le desborda, lo que no puede abarcar, pierde inmediatamente interés para él, así como la fuerza motriz necesaria para que despegue el culo del asiento. ¿En serio pretendes que me quite el sueño cada uno de los negros anónimos que hay al otro lado del Estrecho, malos, buenos, regulares, guapos, feos, todos al revuelto, de los que alguno podría ser el amor de mi vida pero otro descerrajarme un tiro en la cabeza llegado el caso? No way, man! (dicho con acento flagrante de Alabama).

En cambio, dame un cuento que pueda tocar, con el que me identifique. Que en Excalibur pueda ver reflejada a mi mascota. Personaliza, aunque sea con un perro.
¿Cómo no se va a movilizar la gente por una historia en la que aparece una despiadada ministra que nos cae gorda ya desde antaño, con la que las desavenencias vienen de largo; en la que el cúmulo de negligencias y errores acaba recayendo en un ser inocente que no tenía arte ni parte en el contubernio, el eslabón más débil de la cadena, uno que necesita perentoriamente de paladines porque él carece de voz (¡¿y quién no desea erigirse en paladín de algo?!), uno que sabemos que podría constituir nuestra única compañía en la vejez, cuando todos los homo sapiens nos hayan abandonado, y que encima tiene un nombre molón de espada artúrica? ¡Es que es de cajón, macho, hembra, damas, caballeros... servido venía en bandeja!

Por el momento, la evolución únicamente ha preparado al ser humano (que en el fondo sólo es un animal pasado de vueltas de microondas) para preocuparse por un nombre, por una cara, por lo concreto. Lanza un mensaje, como que en este país se solucionan los problemas a lo burdo, hala, así, muerto el perro se acabó el ébola (aunque, por desgracia, no la incompetencia y la chapucería), pero, ante todo, envuélvemelo en lo tangible porque, si no, no lo compro.
Puede gustar más o menos, pero es así. A veces, no se trata tanto de condenar el inexplicable comportamiento humano como de intentar entenderlo. Porque, ya os aviso, algunas cosas son como son, más o menos éticas pero inevitables, y de nada servirá indignarse en Facebook y pedir que lluevan rayitos de cordura.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Explorando la pura vida de Costa Rica

Éste es el cuaderno de viaje de dos jovenzuelas que no sumaban cien kilos entre las dos pero que decidieron pasar dos semanas de sus vidas en la exótica Costa Rica por su cuenta y riesgo. Partiendo de esta premisa, paso a desgranar algunos de los hitos que vertebraron esta expedición a la llamada Suiza de Centroamérica.

-La arribada fue a la capital, San José. Urbe donde se dan cita mercachifles de todo pelaje, un inmenso top manta hecho metrópoli, más fea y mugrienta que pegarle a un padre con un calcetín sudado. Y, hablando de calcetines, y con ánimo de ilustrar el acendrado espíritu comercial de la ciudad arriba mencionado, en una de sus destartaladas y sórdidas estaciones de autobuses no es extraño que alguien te intente vender a voces un par de ellos a las cinco de la mañana. Y no olvidemos que, si alguien los vende, es porque alguien los compra. Caprichos misteriosos de la oferta y la demanda.


Lo único que pudo redimir a San José de este descalabro en mi estima fue este nuestro primer amanecer costarricense, en el que la ciudad se despertaba entre montañas, mientras en el cielo aún se perfilaba una perfecta luna llena.



Ah, y por cierto, las misas en San José son un puro karaoke, en el que la letra de las canciones va apareciendo en una pantalla e iluminándose al compás de los gorgoritos, los feligreses son un público al que sólo le falta sacar los mecheros, y los oficiantes, unos showman que bien podrían despedazar una guitarra y prenderle fuego en pleno éxtasis místico.




-Una de las primeras cosas que sorprende cuando llegas a Costa Rica es pagar en un supermercado con tus dólares de turista capitalista sin corazón y que a cambio te entreguen las primeras muestras de la moneda nacional: el colón. Unos papelitos que en adelante te vas a resistir a dar, pero no porque se haya apoderado de ti un repentino y virulento ataque de racanería, sino porque estos billetes más bien parecen cromos de animalitos que te apetece coleccionar. El de 10.000 lo ten. El de 2.000 me fal.



-Desde el minuto cero, comienza la aventura. En una misma tarde puedes sentir por fin, después de llevar preguntándotelo toda tu vida, lo que supone ser Tarzán, deslizándote por una tirolina entre las copas de los árboles de la selva, sabiendo muy en el fondo de ti que, como el cable falle, vas a tener un problemilla con las alturas; pasear a caballo a los pies de un volcán que hace no mucho estuvo en erupción; conocer a la planta del cacao... exacto, la que hizo posible el milagro del chocolate... sí, sí, lo que os cuento... ¡¡por fin pude tener cara a cara a mi ídolo y pedirle un autógrafo!! Aaaaaaaah (grito irreproducible de fan histérica); o que un indígena de la tribu de los maleku te revele que tu tótem es el mono porque tu curiosidad no deja lugar a dudas: desde que le has visto con esa pinta tan aborigen no has parado de freírle a preguntas. Así que ya lo sabéis, periodistas del mundo: nuestro patrón es san Francisco de Sales y nuestro animal protector, un simio; maleku dixit.





-Y al día siguiente, tras una subida con mucho sudor y mucho barro, te bañas en el cráter de un volcán extinto y, al caer la noche, te sumerges en un río de aguas termales llamado Tabacón, cuyas temperaturas alcanzan los 38º, mientras las luciérnagas parpadean a tu alrededor y te sirven un cóctel. Creo que este apunte no precisa de más comentario. Si acaso el de que, si esto es guerra, que dure.


-Hace unas pocas líneas hablábamos de simios, y hay que volverlos a traer a colación, porque los vimos a puñados: de cara blanca, aulladores y araña. Amén de un tapir que sólo se dignó a enseñarnos las nalgas, caimanes, cocodrilos con los que me codeé a gusto, lagartijas para aburrir, delfines, una familia de tres ballenas jorobadas a las que acompañamos en su peregrinaje por la península de Osa (sí, la cola se sumergía en el agua en la majestuosa posición vertical de las pelis) o tortugas verdes. Una vivita y coleando mientras ponía sus huevos en la playa de Tortuguero, amparada por la noche, y otra panza arriba a plena luz del día, rodeada por zopilotes (aves carroñeras) que se estaban dando el festín, más tiesa que la mojama después de que, según el contar de los lugareños, un jaguar le hubiera dado matarile. Félix Rodríguez de la Fuente la habría gozado.





-Y hablando de "El hombre y la tierra", hablemos también de "El hombre y el mar". Y es que un oriundo de Tortuguero puede sacar un sábalo del mar Caribe y compartir contigo la captura del día, al menos fotográficamente. Cuando te estás haciendo con las dimensiones ingobernables del pescado, te suelta "¡cuidado con la leche!", y mientras te preguntas qué concepto se esconderá tras este tecnicismo tan de ir por casa, un líquido viscoso que mana de los bajos del bicharraco te empapa las manos y te asalta la revelación instantánea y demoledora de que el eufemismo para definir el semen es universal.



-Y adentrémonos un poquito más en el mar. Desde un bote, que allí es el equivalente al autobús de línea, lo cabalgamos en todas sus facetas: de color antracita, grisáceo, verde esmeralda, en forma de río caudaloso, lamiendo espectaculares playas o salpicándote a perpetuidad, por lo que estar seca se convierte en una ciencia ficción inasequible (la ropa hará de estar mojada su estado natural y no se apeará de ese burro ni aunque la pongas al sol: descubres que, en algunos sitios del mundo donde la humedad ambiental supera el 90%, tender no sirve pa' ná).





-Una tierra entre dos océanos: el Atlántico y otro que se hace llamar Pacífico pero que, a pesar de lo que pregona su nombre, se las ingenió para matarme el móvil. Uno que nació para viajar a Norteamérica y que ha terminado sus días en Centroamérica. Pura justicia histórica.


Mar Caribe














                                                 Océano Pacífico













Una tierra entre dos mares en la que la frase comodín empleada para saludar, despedirse o preguntar cómo te va, deja a los pocos días de ser un eslogan publicitario de dudoso acierto para convertirse en la definición precisa de una forma de estar en el mundo. La forma de Costa Rica. Pura vida.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Trigésima fáctula en Mayhem Revista: "Por abrir el pico"

Tras el parón estival, Mayhem Revista ha vuelto al cole. Yo también, con esta fáctula que toca un tema que me duele especialmente. Un humilde homenaje para todos aquellos que dan la vida por el periodismo. Va por vosotros. Por abrir el pico.

http://www.mayhemrevista.com/2014/09/24/por-abrir-el-pico-yihadista-periodista-relato-ficcion-factulas/

miércoles, 30 de julio de 2014

Vigésimo novena fáctula en Mayhem Revista: "Los aviones no vuelan"

Como es de justicia reconocer las fuentes, aclaro que está inspirada en la creación de otros maños. Unos chicos que se llaman Amaral y que cantan algo así como "los aviones no pueden volar, pero ellos no lo saben, no lo saben [...]".
Ahí van los enlaces... a la fáctula y a la canción.

http://www.mayhemrevista.com/2014/07/29/los-aviones-no-vuelan/


https://www.youtube.com/watch?v=aDVO4u8Mgl4


jueves, 10 de julio de 2014

Volando voy...

Pilotando un vuelo sin motor a bordo de un planeador identificado como Union Charlie. 

¿Lo peor? Cuando te ponen en la espalda una mochila de 7 kilos y te dicen: "En caso de que hubiera algún problema, abres la cabina apretando esta tecla, te desabrochas el cinturón, saltas fuera del aparato y, sólo entonces, tiras de esta anilla que te cuelga de aquí para que salga el paracaídas. ¿Entendido?". Asientes, tragas saliva y respondes: "Afirmativo. Y ahora, ¿me repites lo de la anilla?". 

¿Lo mejor? Todo lo demás.



jueves, 3 de julio de 2014

Granizadas del 3 de julio

En cuestión de cinco minutos, el suelo de Madrid se ha convertido en una pista de tenis llena de pelotas extraviadas. Para que os hagáis una idea a escala, atención al pedrolo del alféizar de mi ventana.


miércoles, 4 de junio de 2014

Vigésimo quinta fáctula en Mayhem Revista: "Autobiografía no autorizada de un exsoberano revenío"

Hace ocho meses, publiqué en Mayhem Revista una fáctula titulada "Autobiografía no autorizada de un soberano revenío". A la luz de los recientes movimientos acaecidos en Zarzuela, lo suyo era escribir una segunda parte. Ahí tenéis el resultado: "Autobiografía no autorizada de un exsoberano revenío".

jueves, 29 de mayo de 2014

Una de ombliguismo y miel en los labios

Ahí va una de autobombo. Ésta especialmente sonrojante, porque se trata de la publicación en la página web de mi agencia literaria de un cuestionario respondido por mí. Un cuestionario tipo conocido popularmente como "test Proust" (de ahí la presunción de que mi nombre aparezca en la misma frase que ese insigne apellido), debido a que el bueno de Marcelo fue uno de los primeros que lo contestó. El propósito de planteármelo, a mí y al resto de autores de la agencia, es el de que los potenciales lectores puedan conocernos un poco más y, por ello, en él respondo a interrogantes muy solemnes y muy cruciales, como qué don de la naturaleza me gustaría poseer, cuál sería mi muerte ideal o (ésta es de agárrense, que llegan curvas) cuál es mi pájaro favorito. Es decir, cuestiones todas ellas que, como mucho, pueden interesarle a mi madre, y únicamente por ser políticamente correcta y que nadie pueda acusarla de desnaturalizada.

Entonces, os preguntaréis en perfecta lógica, ¿para qué demonios haces del dominio público este ejercicio en toda regla de "yo, me, mí, conmigo, éste es mi ombligo" que tanto estás parodiando y que a nadie incumbe?
Pues sí. Sois muy listos. Muy buena pregunta la vuestra (casi tanto como las del propio cuestionario). Pero si pensáis que me habéis cazado en un renuncio, os equivocáis de medio a medio, porque resulta que mi respuesta también es muy buena. Publico el cuestionario porque, junto a él, aparece el inicio de mi novela "El color de la luz". Y, quizás, quién sabe, después de probar esa miel que os habéis notado de pronto en los labios, os entren ganas de comeros el panal entero. Y de no dejaros ni las abejas.

lunes, 26 de mayo de 2014

"El problema psiquiátrico de la democracia" en Mayhem Revista

Al hilo del exabrupto indignado que solté ayer sobre la comparecencia de Cospedal y Arias Cañete para comentar los resultados electorales, escribo hoy algo más reposado (aunque igual de indignado) en Mayhem Revista, porque no todo van a ser fáctulas. Y es que, a veces, la realidad le gana la mano a la ficción.
Entre otras cosas, me pregunto si, en lugar de centrar tanto el diagnóstico en la desafección ciudadana hacia la política, no debería hablarse más de una política desafecta a la ciudadanía. En fin, aquí lo tenéis: "El problema psiquiátrico de la democracia".

domingo, 25 de mayo de 2014

El fiestorro de la democracia

He de admitir que escribo esto desde la rabia. La rabia que nace de estar viendo el programa especial de los resultados de las elecciones europeas, que establezcan conexión en directo con Génova, desde donde realiza su valoración el partido ganador de los comicios y, al término de las declaraciones, del discurso insulso y hueco aprendido de carrerilla, se alcen las manos de los periodistas y Cospedal aclare que no van a responder preguntas. Que la rueda de prensa será mañana. Minutos antes, Arias Cañete afirmaba que han ganado y que eso era lo que se proponían desde el principio. Ganar y ya está. Hecho esto, todo lo demás, todo lo que implica una política comprometida y responsable, la respuesta a los ciudadanos, darles la cara después de que ellos les hayan dado su confianza, resulta trivial y accesorio. Y nos venden que hoy era la fiesta de la democracia. Hace falta cinismo y desfachatez. La fiesta de la democracia... Que venga Dios y lo vea.

domingo, 18 de mayo de 2014

Cuento bávaro de un real pelotazo inmobiliario

Érase una vez un rey llamado Luis. Luis II, para que no haya lugar a confusiones. Como Luis es un nombre bastante universal, de ésos con traducción en todos los idiomas, aclaremos que en alemán el rey se llamaba Ludwig, que queda más exótico. El caso es que a Luis (o Ludwig) le tocó heredar el trono bávaro como a quien le toca un jamón en la tómbola de las ferias de su pueblo. Y como es un axioma tan cierto como triste el de que nadie está nunca contento con lo que tiene, a Luis (o Ludwig), aquel reino que le había tocado en la rifa le sentó como una patada en el hígado, porque lo de gobernar no era para nada lo suyo. A él le iba más escuchar melodías de Wagner sin cesar y a todo trapo, así que decidió construirse un castillo abracadabrante en el filo de un risco de los Alpes, inaccesible, delirante y de nombre impronunciable, para poder poner la música bien alta y que no se produjesen quejas vecinales. No fuese a haber cerca algún Woody Allen de la vida y, al escuchar "El anillo de los nibelungos", le entrasen ganas de invadir Polonia y sus súbditos le obligasen a ir a la guerra, ya que, recordemos, a Luis (o Ludwig) lo de invadir naciones ajenas le daba una perecilla que es que no podía con ella.
Así que puso a trabajar a los habitantes del reino de Baviera en la erección del castillo de marras y de nombre impronunciable. Entre pitos y flautas, tardaron veinte años, total para que aquel Luis (o Ludwig), en cuya tarjeta de visita ponía "monarca a su pesar", apenas viviera tres meses en el proyecto megalómano con el que trasladó a la piedra sus sueños más desquiciados. Desquiciado o no, lo cierto es que tuvo la decencia de no esquilmar las arcas del reino para acometer su fantasía personal de nombre impronunciable (y ahora mismo, al decir esto, no es que esté aprovechando para introducir una pulla contra nadie en particular, porque ¿a quién se le ocurriría hacer eso, verdad? Menudas ideas de bombero. Ja ja ja, ay, snif, por Dios, que me parto).
Se contentó con esquilmar las arcas de sus propios parientes, que es algo mucho más elegante y que te permite apostillar aquello de "todo queda en familia". La única pega es que a la susodicha familia, los Wittelsbach, no les hizo ni pizca de gracia que aquel animoso jovenzuelo se puliese todo su patrimonio en un boom inmobiliario de tan cuestionables características, así que el pobre Luis (o Ludwig) fue declarado esquizofrénico paranoide, alegando que, entre otras excentricidades, ordenaba evacuar el palacio para quedarse a solas en un salón alumbrado por 600 velas, o mandaba organizar banquetes para su caballo; en consecuencia fue inhabilitado para reinar y finalmente apareció ahogado en un lago en circunstancias que huelen a chamusquina y que los agentes de CSI Baviera aún no han logrado esclarecer, tras 128 años de pesquisas, por lo que, según fuentes cercanas a la investigación, a punto están de archivar el caso e irse a por unos donuts y unos perritos de salchicha Bratwurst. Entre tanto, el castillo de nombre impronunciable ahí se ha quedado. Como carne de turisteo para gente que de pequeña se pasó con la ración de Disney. Y todos tan contentos.


domingo, 4 de mayo de 2014

miércoles, 23 de abril de 2014

viernes, 28 de marzo de 2014

Incursiones en la NASA

En territorio de la NASA.
Sí, sé que jamás lo habríais dicho, pero, en materia de espacio exterior, las que más saben son las vacas. 




Y sí, esa masa inenarrable envasada al vacío son huevos... los había visto de todas las maneras imaginables, pero no como se lo comen los astronautas. Eso sí es comida deconstruida y no lo de Ferran Adrià. 





Y sí, ésa soy yo antes de embarcarme rumbo a Marte. Ya os contaré si pillo cobertura.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Cincomarzada a distancia

Me preparo para acudir a mi clase de ruso. Ese idioma que estoy aprendiendo por si algún día, por algún azar de la vida, amaneciese en Moscú, para contar una de ucranianos o alguna putinada animada de ayer y hoy, y entonces va un gran amigo mío y me manda esta foto. Para que recuerde que podré retarme a buscar otra, pero que no lograré encontrar en el ancho mundo ciudad más hermosa que ésta. Zaragoza. Sólo una palabra que es a la vez sobresdrújula, esdrújula, llana y aguda puede llenar tanto el corazón y la boca.

Gracias, Adrián Ruiz. Y maños, feliz cincomarzada.



jueves, 27 de febrero de 2014

"Mr. Stepanik. Polaco"

Ser periodista tiene equivalencias sustanciales con ser un sabueso de esos a los que les ponen un calcetín sudado delante del hocico y les dicen: "Busca, chico, busca". Y el sabueso babea de gusto, y va el tío y te lo encuentra (al propietario guarro del calcetín, quiero decir).
Aclaro que la analogía no es total. A mí no me han blandido un calcetín sudado por las narices (todavía). Se han conformado con un post-it que contenía la siguiente información: "Mr. Stepanik. Polaco".
Vaaale. Lo admito. Lo de "busca, chica, busca", sí me lo han dicho. Y vaaaale. Lo admito. He babeado de gusto. Este tipo de encarguitos crípticos me ponen. Me ponen mucho. ¿Algún problema?

La cosa es que, al final, lo he encontrado. Al polaco, me refiero. Realmente, se llamaba Szczepanik. Que vivan las lenguas eslavas.

Yo, por mi parte, me tengo bien merecido mi hueso de hoy.

jueves, 20 de febrero de 2014

Una de cabriolas

Me meto en la página web de mi agencia literaria. En el catálogo de autores figura una nueva integrante: Marta Rivera de la Cruz. En 2006 fue finalista del Premio Planeta por su novela "En tiempo de prodigios". Lo sé de buena tinta (aparte de porque lo pone en su biografía) porque una vez tuve que documentarme a fondo sobre su trayectoria. No puedo evitar acordarme de una tierna pipiola que, en 2010, se hallaba emocionada ante la perspectiva de entrevistar a esta afamada escritora para la revista universitaria Nuestro Tiempo. Una entrevista que hoy he rescatado, y que he comprobado trufada de preguntas ingenuas y tópicas, pero que en su momento acometí con la máxima de las ilusiones y en la que obtuve unas respuestas llenas de sensatez y sentido que me hicieron desear con más ahínco el sueño de dedicarme a la escritura. Hoy, cuatro años después de aquella entrevista, no sólo comparto nombre con Marta Rivera de la Cruz. Ahora también, agente literaria. Cabriolas rarunas que da la vida.

http://www.unav.es/nuestrotiempo/temas/marta-rivera-de-la-cruz-un-escritor-siempre-aspira-a-que-su-mejor-novela-sea-la-siguiente

miércoles, 15 de enero de 2014

El segundo acto

Hoy era el día de retomar el vicio del teatro. Me dirijo a mi primera clase. Me bajo en la parada de metro correspondiente. Una cuyo nombre no significa nada para mí, bisoña todavía en el callejero de Madrid. Y, al subir a la superficie, me encuentro con cierta tabacalera autogestionada en la que ya hice teatro una vez, hace casi tres años (que parecen toda una vida). La casualidad es una guasona incorregible. La nostalgia de un orgasmo en una silla masculina me corroe. ¡"La cantante calva" rules!



Décimo quinta fáctula en Mayhem Revista: La calle

http://www.mayhemrevista.com/2014/01/15/la-calle/

miércoles, 8 de enero de 2014

En la agencia Lola Gulias&Co

Mi ficha ya aparece en la página web de la agencia literaria Lola Gulias&Co. Y ahí, en el catálogo de autores, está la respuesta a la pregunta del millón: "¿de qué va la novela?". Ahí la tenéis: la sinopsis de "El color de la luz".

http://www.lolagulias.com/work/marta-quintin/

domingo, 5 de enero de 2014

Cambio de año

A 2013:
Ahora que ya nos quedan pocas horas juntos, te lo voy a decir, porque total... no me expongo a que nuestra convivencia se torne incómoda en lo sucesivo. Te seré franca: al principio de esta carrera no eras lo que se dice un caballo ganador. Vamos, que nadie daba dos duros por ti. Yo, si acaso, te daba el beneficio de la duda, que eso es un derecho inalienable y no es cuestión de quitárselo... a nadie. Entiéndeme. Era más que nada por el tema de la comparación, que ya sabemos que es odiosa pero también inevitable. Y la verdad es que el 2012 te había dejado el listón bastante alto, para qué nos vamos a engañar. No esperaba que fueras a superarlo. Ni siquiera a igualarlo. Tampoco te lo pedía. Por mi parte, no hubiese habido reproches. Soy una mujer comprensiva. Pero, amigo, hay que reconocerte el mérito. Plas, plas. Sí señor. Aun con todas las apuestas en contra, has cumplido. Como un campeón. Con un sprint final realmente espectacular. Me has dejado boquiabierta con los ases que te estabas guardando en la manga como guinda del pastel y que no son sino el colofón a todo lo que se había ido fraguando en los meses previos, que no es de ley desmerecerlos. Por ello, en los años que están por venir, te recordaré con el mayor de los cariños. Dice el refrán que tres cosas hay en la vida y que aquel que las tenga, que le dé gracias a Dios. Así que gracias gracias gracias. Y lo mejor, 2013, es que me has dejado muchas cosas por hacer y por vivir en 2014, espero que con todos vosotros: con los que habéis entrado este año en mi vida (la familia cada vez es más grande y no sabéis cómo me alegro) y con los que sumáis un año más de aguantarme (y ya van doce, o siete, o cuatro, o dos... ¡y los que quedan, que yo estoy deseando aguantaros a vosotros!).
Así que ya sabes, 2014. Esmérate para estar a la altura de tus predecesores y que, al año que viene por estas fechas, no tenga que ponerte el carrillo colorao. Que no se diga, hombre. Por el momento, te recibo con los brazos abiertos. Y que siga la racha.
Feliz 2014.

Primera fáctula del año en Mayhem Revista: "2014. Panta Rhei"

http://www.mayhemrevista.com/2014/01/01/2014-panta-rhei/