sábado, 26 de diciembre de 2020

Dos partes

Eran los dos tomos de un solo libro. Los trajo a la casa de una tacada un agente del Círculo de Lectores, sin darle espacio a la espera ni sentido a la expectativa. Desde entonces no se habían separado, lomo contra lomo en la misma balda, rodeados por individualistas volúmenes autoconclusivos de los que a menudo aquel dúo en rústica se compadecía. 

Concebidos tal para cual, pasaron juntos 20 años, sin que nadie perturbara su secreto compartido ni inquietara sus páginas; esas que se necesitaban las unas a las otras con insobornable continuidad narrativa para cumplir su destino en común. 

Hasta que la hija mayor se leyó la primera parte durante las vacaciones de Navidad (y qué cosquilleo helador sintió por primera vez la cubierta desnuda sin la del compañero arrimada a su costado), y estas resultaron demasiado cortas como para que entre pecho y espalda también le cupiera la segunda, con la nefanda consecuencia de que se la llevara consigo en la maleta para terminarla en Madrid, donde se produciría un inexplicable zafarrancho de mudanzas imprevistas del que aquel libro desparejado saldría transfigurado en una pertenencia extraviada, de esas que se dejan atrás y de las que nunca más se supo; condenando así al cajón de lo imposible a aquel reencuentro con el que ambos, solitarios y desorientados tomos, habían fabulado día y noche desde que tan incomprensiblemente los desgajaron. 

Durante mucho tiempo se aferraron a la paciencia, resignados a permanecer incompletos, ilegibles en la desazón de ignorar cómo acababa uno y de dónde venía el otro. Y aguardaron sin cuartel, añorándose con subrayado, contándose a medias, que es igual que vivir a oscuras. 

Hasta que un buen día los dos volvieron a mirarse en los ojos de un lector y allí comprobaron en qué se habían convertido: el primero, en un Quijote de final abierto. En el segundo, el nombre del lugar de la Mancha no se recordaba porque ni siquiera había existido.




martes, 22 de diciembre de 2020

El Contrapodcast: "Navidad"

En este Contrapodcast sobre la Navidad, desde la sección de literatura hablamos de la trastienda de la escritura de "Cuento de Navidad", de Charles Dickens. 




Ya te lo darán

Si me lo permitís, os voy a contar una anécdota, básicamente porque me ha parecido un gran regalo, y los regalos hay que compartirlos.

En estas que, la otra noche, llama mi madre a mi abuela y la encuentra de lo más animada al otro lado del teléfono:
-¡¡Enhorabuena!! —le espeta.
Mi madre titubea.
-Muchas gracias, pero... ¿enhorabuena por qué?
-¡Por el premio que te han dado! — le replica sin amilanarse ni un momento ni rebajar un ápice su alegría.
Ay, esos 91 añazos a los que les patina la cabeza, se dice mi madre con resignación. Le aclara para restaurar la cordura:
-Mamá, a mí no me han dado ningún premio.
Y sin inmutarse, viene la contestación lapidaria:
-Bueno, pues ya te lo darán
Así, con todas sus letras. Y un par de narices. Y a mí lo que me da es por pensar que, después de este año del que todos hemos salido trasquilados de una manera u otra (y especialmente los mayores, cuya sabiduría está visto que necesitamos), qué maravilla encarar el 2021 con esa filosofía de la crack de mi abuela y con semejante convicción: que si aún no hemos recibido el premio, no hay que preocuparse ni por un instante, ni concebir siquiera que no vaya a llegar. Que solo es una cuestión de tiempo. Pero que no lo dudemos. Que ya nos lo darán.