martes, 19 de enero de 2021

O las tomas o las dejas

No lloré cuando lo enterramos, y el cura dijo que había sido un hombre excepcional (y se trataba de la pura verdad).

Tampoco al donar su ropa o dar de baja su móvil. Ni siquiera por vender la casa en la que habíamos vivido durante veinte años.

Pero repoblé con lágrimas el Mediterráneo la vez que preparé lentejas y dudé si a él le gustaban o no.

Caí en la cuenta de que no tenía forma de preguntárselo.