lunes, 19 de septiembre de 2016

Corre que te corre

Siempre se han hecho cábalas sobre quién va a dominar el mundo. Es un tema que tiene su morbo. Ahí están los chinos, sempiternos favoritos en las quinielas. O tal vez la hegemonía de los gringos tenga una muerte lo suficientemente lenta como para que partan la pana en el cotarro unas décadas más. Pinki y Cerebro siguen soñando... 
Pero no tienen nada que hacer contra ese colectivo que ya se está adueñando del planeta sin que nos demos cuenta. Me refiero a los corredores de toda la vida. O, como se llaman ahora, los 'runners'. Esa nueva especie que hasta tiene una idiosincrasia propia. Disfrazados de gente sanota y pacífica, este lobby ya ha logrado poner a las autoridades de su parte. No por nada hoy Sol se hallaba totalmente paralizado para que una caudalosa riada de Filípides en potencia pernease a gusto. Los viandantes que se contentaban con andar estaban obligados, para atravesar la calle con su pobre ambición, a bajar al metro con el fin de emerger por una boca distinta. Vamos, que para llegar al otro lado lo tenían más crudo que Moisés a orillas del mar Rojo. Indicios de que los que no corren como no sea para coger el autobús serán, dentro de no mucho, ciudadanos de segunda. Ante semejante panorama, pensaréis que lo sabio es unirse a ellos, ya que contra la pujanza de tan imparable y compacta marea (equiparable a la de los ñus del rey león) no nos queda sino ser arrollados como un triste Mufasa. Pero yo aún tengo fuerzas como para ejercer una resistencia pasiva. Me las he apañado para cruzar al otro lado. Aun teniendo que bajar al metro. Todo con tal de llegar a la pastelería La Mallorquina y desayunarme una buena napolitana mientras los 'runners' seguían a lo suyo, con las cosas del correr. Hedonista que es una.