La piar flipada es aquella que ha
sobredimensionado completamente la realidad y, especialmente, la
importancia de aquel a quien representa. Y no en el sentido positivo
de querer hacerle la comunicación abnegadamente para que llegue lo
más alto posible y a cuantos más sitios, mejor. Al contrario. Esta
piar piensa que, juntos y gracias a ella, ya han llegado. Aunque a su
representado no lo conozcan ni en su casa a la hora de comer. Así
que, cuando intentas ponerte en contacto con ella, practica el
sofisticado arte de hacerse la interesante. La más descarada que me
ha tocado aplazó la cita con el actorzuelo de segunda al que le
llevaba la comunicación más de cinco veces en la misma semana.
Esgrimió todo el inventario de excusas para estas ocasiones: oye,
que es que le ha surgido otro compromiso, oye, que es le ha salido un
grano y ha tenido que ir a explotárselo de urgencia, oye, que es que
se le ha muerto un amigo... Tristes eufemismos para disfrazar la
amarga verdad: que al actor, hacer la entrevista no le salía del
escroto (es decir, del forro de los cojones). Al final, tienes que
resignarte y decir: Mira, Greta, ya veo que en esta vida no ha habido
suerte, así que le entrevistaré en la próxima reencarnación (y
sólo si el karma decide castigarme por mis pecados y me vuelve a
tocar ser periodista, que si no, ¡já!,vas lista). Pero sin duda,
algunas piar flipadas tienen más gracia que otras. Conocí a una
graciosísima. Y con unas ideas tan deslumbrantes que, un poco más,
y erradica el hambre en el mundo ella sola. Me mandó un correo (y lo
copio textualmente para que no me podáis acusar de que exagero), que
rezaba así: “Tb habia pensado que podrias recoger a Laura (su
representada) en la peluquería, una de las mas famosas en NYC”.
Claro, Colleen (sí, era española pero se hacía llamar Colleen),
cómo no. Si la profesión estaba humillada, esto era ya lo que nos
faltaba. Ir a recoger a las fuentes a la peluquería. Y oye, que digo
yo. Que, si te parece, como cuando hago malabarismos con el trípode,
la cámara, la libreta y la grabadora, aún me sobra libre un dedo
meñique, también puedo irme de compras con ella y llevarle las
bolsas. E ir tarareando la canción de
“Pretty Woman”, para que se compre los Louis Vuitton con
ambientación y más a gusto. Aquí lo único que importa es que tu representada se sienta realizada. Y quién soy yo para aguarle la fantasía.
En fin, lo que hay que aguantar. Pero
la cosa es que lo seguiré aguantando. En primer lugar, porque hay
que reconocer que, muchas veces, sin el trabajo de las piar, el tuyo
tampoco saldría adelante. Y en segundo, porque, tal como está el
patio en el tema laboral, (y aunque la idea resulte inquietante), el
día menos pensado yo misma podría tener que cambiar de bando y
pasarme al lado oscuro. A ese lado oscuro llamado el mundo de las
piar, que he intentado catalogar para hacer mi particular
contribución a la ciencia. Fue un placer presentaros a la
efusivo-hipócrita, a la gorilera cara de perro, a la salvapatrias, a
la kafkiana, a los chicos de Sotheby's, a la florero empty-mind y a
estas flipadillas. Aunque la serie veraniega se acaba aquí, prometo
seguir oteando el horizonte. Si descubro un nuevo ejemplar (no en
vano algunos entendidos afirman en sus tesis doctorales que hay más
especies de piar sin descubrir que de insectos), seréis los primeros
en saberlo.