sábado, 27 de septiembre de 2014

Explorando la pura vida de Costa Rica

Éste es el cuaderno de viaje de dos jovenzuelas que no sumaban cien kilos entre las dos pero que decidieron pasar dos semanas de sus vidas en la exótica Costa Rica por su cuenta y riesgo. Partiendo de esta premisa, paso a desgranar algunos de los hitos que vertebraron esta expedición a la llamada Suiza de Centroamérica.

-La arribada fue a la capital, San José. Urbe donde se dan cita mercachifles de todo pelaje, un inmenso top manta hecho metrópoli, más fea y mugrienta que pegarle a un padre con un calcetín sudado. Y, hablando de calcetines, y con ánimo de ilustrar el acendrado espíritu comercial de la ciudad arriba mencionado, en una de sus destartaladas y sórdidas estaciones de autobuses no es extraño que alguien te intente vender a voces un par de ellos a las cinco de la mañana. Y no olvidemos que, si alguien los vende, es porque alguien los compra. Caprichos misteriosos de la oferta y la demanda.


Lo único que pudo redimir a San José de este descalabro en mi estima fue este nuestro primer amanecer costarricense, en el que la ciudad se despertaba entre montañas, mientras en el cielo aún se perfilaba una perfecta luna llena.



Ah, y por cierto, las misas en San José son un puro karaoke, en el que la letra de las canciones va apareciendo en una pantalla e iluminándose al compás de los gorgoritos, los feligreses son un público al que sólo le falta sacar los mecheros, y los oficiantes, unos showman que bien podrían despedazar una guitarra y prenderle fuego en pleno éxtasis místico.




-Una de las primeras cosas que sorprende cuando llegas a Costa Rica es pagar en un supermercado con tus dólares de turista capitalista sin corazón y que a cambio te entreguen las primeras muestras de la moneda nacional: el colón. Unos papelitos que en adelante te vas a resistir a dar, pero no porque se haya apoderado de ti un repentino y virulento ataque de racanería, sino porque estos billetes más bien parecen cromos de animalitos que te apetece coleccionar. El de 10.000 lo ten. El de 2.000 me fal.



-Desde el minuto cero, comienza la aventura. En una misma tarde puedes sentir por fin, después de llevar preguntándotelo toda tu vida, lo que supone ser Tarzán, deslizándote por una tirolina entre las copas de los árboles de la selva, sabiendo muy en el fondo de ti que, como el cable falle, vas a tener un problemilla con las alturas; pasear a caballo a los pies de un volcán que hace no mucho estuvo en erupción; conocer a la planta del cacao... exacto, la que hizo posible el milagro del chocolate... sí, sí, lo que os cuento... ¡¡por fin pude tener cara a cara a mi ídolo y pedirle un autógrafo!! Aaaaaaaah (grito irreproducible de fan histérica); o que un indígena de la tribu de los maleku te revele que tu tótem es el mono porque tu curiosidad no deja lugar a dudas: desde que le has visto con esa pinta tan aborigen no has parado de freírle a preguntas. Así que ya lo sabéis, periodistas del mundo: nuestro patrón es san Francisco de Sales y nuestro animal protector, un simio; maleku dixit.





-Y al día siguiente, tras una subida con mucho sudor y mucho barro, te bañas en el cráter de un volcán extinto y, al caer la noche, te sumerges en un río de aguas termales llamado Tabacón, cuyas temperaturas alcanzan los 38º, mientras las luciérnagas parpadean a tu alrededor y te sirven un cóctel. Creo que este apunte no precisa de más comentario. Si acaso el de que, si esto es guerra, que dure.


-Hace unas pocas líneas hablábamos de simios, y hay que volverlos a traer a colación, porque los vimos a puñados: de cara blanca, aulladores y araña. Amén de un tapir que sólo se dignó a enseñarnos las nalgas, caimanes, cocodrilos con los que me codeé a gusto, lagartijas para aburrir, delfines, una familia de tres ballenas jorobadas a las que acompañamos en su peregrinaje por la península de Osa (sí, la cola se sumergía en el agua en la majestuosa posición vertical de las pelis) o tortugas verdes. Una vivita y coleando mientras ponía sus huevos en la playa de Tortuguero, amparada por la noche, y otra panza arriba a plena luz del día, rodeada por zopilotes (aves carroñeras) que se estaban dando el festín, más tiesa que la mojama después de que, según el contar de los lugareños, un jaguar le hubiera dado matarile. Félix Rodríguez de la Fuente la habría gozado.





-Y hablando de "El hombre y la tierra", hablemos también de "El hombre y el mar". Y es que un oriundo de Tortuguero puede sacar un sábalo del mar Caribe y compartir contigo la captura del día, al menos fotográficamente. Cuando te estás haciendo con las dimensiones ingobernables del pescado, te suelta "¡cuidado con la leche!", y mientras te preguntas qué concepto se esconderá tras este tecnicismo tan de ir por casa, un líquido viscoso que mana de los bajos del bicharraco te empapa las manos y te asalta la revelación instantánea y demoledora de que el eufemismo para definir el semen es universal.



-Y adentrémonos un poquito más en el mar. Desde un bote, que allí es el equivalente al autobús de línea, lo cabalgamos en todas sus facetas: de color antracita, grisáceo, verde esmeralda, en forma de río caudaloso, lamiendo espectaculares playas o salpicándote a perpetuidad, por lo que estar seca se convierte en una ciencia ficción inasequible (la ropa hará de estar mojada su estado natural y no se apeará de ese burro ni aunque la pongas al sol: descubres que, en algunos sitios del mundo donde la humedad ambiental supera el 90%, tender no sirve pa' ná).





-Una tierra entre dos océanos: el Atlántico y otro que se hace llamar Pacífico pero que, a pesar de lo que pregona su nombre, se las ingenió para matarme el móvil. Uno que nació para viajar a Norteamérica y que ha terminado sus días en Centroamérica. Pura justicia histórica.


Mar Caribe














                                                 Océano Pacífico













Una tierra entre dos mares en la que la frase comodín empleada para saludar, despedirse o preguntar cómo te va, deja a los pocos días de ser un eslogan publicitario de dudoso acierto para convertirse en la definición precisa de una forma de estar en el mundo. La forma de Costa Rica. Pura vida.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Trigésima fáctula en Mayhem Revista: "Por abrir el pico"

Tras el parón estival, Mayhem Revista ha vuelto al cole. Yo también, con esta fáctula que toca un tema que me duele especialmente. Un humilde homenaje para todos aquellos que dan la vida por el periodismo. Va por vosotros. Por abrir el pico.

http://www.mayhemrevista.com/2014/09/24/por-abrir-el-pico-yihadista-periodista-relato-ficcion-factulas/