Esta piar será incluida en el próximo
catálogo de Ikea, en la sección de decoración inservible. Porque,
básicamente, para eso están: adornan, pero no reúnen el antaño
valor en alza de la funcionalidad. Son el paradigma aritmético de
las cosas directamente proporcionales: cuanto más oxigenado es el
rubio, más corta la falda y más largos los tacones, más tontas
son. Y más hay en el evento.
Esto pone en tela de juicio el sentido
último de la política de contratación piaril. ¿Por qué pagar
cinco sueldos a otras tantas cabezas huecas pudiendo pagar uno solo a
un cerebro medianamente gris? Misterios de Cuarto Milenio que ni
siquiera Íker podría resolver. Algunas cosas no han sido concebidas para que el género humano las entienda y ésta es una de ellas.
Se trata de un auténtico estudio
antropológico ver a estas barbies pulular en grupitos, como si
fueran al baño todas juntas, cuchicheando, mirándose aterradas entre ellas y echando balones fuera
ante la primera consulta que les formulas, totalmente superadas por la situación.
Su desbordamiento termina
por darte lástima, y acabas guisándotelo y comiéndotelo tú sola.
Pero aún hay dos subcategorías.
Por un lado, está la que intuye
sus propias limitaciones y se angustia por ello. Ésa tiene la
decencia de disculparse por su incompetencia. Pero como tampoco le da
la mollera para discernir el sentido de la oportunidad, comienza a
revolotear detrás de ti, mientras intentas hacer tu trabajo,
entorpeciéndote con sus demandas de perdón. “Oh, I am so sorry”,
te dice consternada, retorciéndose los dedos y pegada a ti como una
lapa. Y al final tienes que acabar consolándola con tus dotes de
terapeuta nata. “Oye, pareces muy maja y todo eso, y me encantaría
quedarme para que superáramos este mal trago juntas, pero me esperan
para cenar”.
El otro espécimen está complacido con su estupidez,
y la exhibe sin vergüenza ninguna, con la frente bien alta y una
expresión de reina en su trono, satisfecha con la ocasión que le
han brindado para lucir modelito nuevo. Tú eres un gusano, y ella la
estrella invitada. A éstas lo mejor es dejarlas estar. Perdónalas,
periodista mío ejerciendo en NY, porque no saben lo que hacen. Y no
bromeo. Realmente es que no tienen ni repajolera idea.
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