miércoles, 14 de marzo de 2018

Entrevista sobre "El color de la luz" en El País

https://elpais.com/ccaa/2018/03/13/paisvasco/1520941893_441879.html

Marta Quintín (Zaragoza, 1989) presta atención a cada detalle que le rodea. Cualquier excusa es buena para tirar del hilo. Su última novela El color de la luz (editada por Suma de Letras) le sobrevino de vuelta a la redacción después de cubrir la subasta en la que se vendió por un precio desorbitado el famoso cuadro de El Grito de Munch.
Pregunta: El punto de partida es una experiencia que narras en primera persona.
Respuesta: En la temporada de primavera salió a subasta la última versión de El Grito de Munch. Se vendió por 120 millones de dólares, todo un récord de cotización. Ahí está el germen de la historia. Aquella situación me llevó a plantearme por qué alguien paga semejante dineral por un cuadro. Entonces le di una vuelta de tuerca. No quería que fuera solo por motivos económicos o especulativos, tenía que haber un empeño personal de alguien, en este caso de una anciana, Blanca Luz Miranda, que ansiaba recuperar la obra que alguna vez fue suya pero perdió por algún azar. Tenía que recobrarla a cualquier precio, ésa es la génesis de la historia.
P: Esa empresaria, la protagonista, Blanca Luz Miranda, tiene un carácter complejo, muy cambiante, ¿qué perseguías con este planteamiento?
R: Quería plasmar un personaje con claroscuros. No quería que el lector empatizase desde el principio por eso le doté de un carácter voluble, caprichoso… Blanca Luz Miranda resulta irritante por su volatilidad. Es egoísta pero al final se siente cierta compasión por ella porque se sabotea su propia felicidad. Pretendía crear un personaje complejo para que el lector, sin ahorrarle la incomodidad que pueda sentir, tuviera una relación ambivalente con ella y que no le resultase indiferente.
P: De fondo lo que trasluce es una historia de amor imposible entre Blanca Luz Miranda y el pintor Martín Pendragón.
R: Quería plasmar una historia de desamor en la que la imposibilidad de estar juntos surgiera de la propia naturaleza humana, y no de un obstáculo externo como diferencia de clase social, un padre que se opone, unas cartas que se pierden… eso no me satisfacía, me parece algo artificial. Quería explorar el concepto de amor imposible que emana de la propia naturaleza humana.
P: En paralelo, la novela repasa la historia del siglo XX y la historia del arte.
R: Lo medular es la historia de amor entre ambos pero el telón de fondo es imprescindible. Desde la editorial me dijeron que la época en la que estaba ambientaba podía resultar muy atractiva. Me documenté y descubrí anécdotas deliciosas que dotan a la obra de más consistencia. En la novela recreo la historia del arte del siglo XX, la vanguardia parisina de los años 20, la vida bohemia y la camaradería de los artistas, la efervescencia cultural. Entrelazo artistas reales como Chagall o Soutine con personajes ficticios. También tiene alguna pincelada sobre la España de la Guerra Civil y regresa al París ocupado por los nazis, recreando la actividad de la resistencia francesa con galeristas como Jean Boucher para salvar lo que los alemanas llamaron “el arte degenerado”, ocultando a los artistas y las obras que iban a ser confiscadas.
P: El arte está muy presente en la novela y reafirmas de alguna manera su faceta como tabla de salvación.
R: Traslado el mensaje de que el arte es un reducto, una redención para salvarnos del dolor, ya sea por un conflicto bélico o por una relación personal. Para mí el arte es como un bálsamo que permite sobreponernos y crear algo valioso y bello que está por encima de lo que nos duele.

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