miércoles, 28 de marzo de 2018

Entrevista sobre "El color de la luz" en el diario El Nervión

Página 18:

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La joven escritora Marta Quintín acaba de publicar su segunda novela, ‘El color de la luz’, una historia de pinturas y cuadros con las subastas de arte como telón de fondo. Blanca Luz Miranda es una empresaria de éxito y su objetivo consiste en amasar una gran fortuna para comprar arte. La adquisición en una subasta de Nueva York de uno de los cuadros más inquietantes del pintor Martín Pendragón cumplirá el sueño de esta anciana de ojos enigmáticos.

- El argumento de su novela se fraguó cuando usted trabajaba en Nueva York. 

El 2 de mayo de 2012, la casa de subastas Sotheby’s vendió la última versión de ‘El grito’, de Edvard Munch, que quedaba en manos privadas por casi 120 millones de dólares. Se batió el récord de lo pagado nunca por un cuadro. A mí, como corresponsal de la agencia Efe en Nueva York, me tocó cubrirlo y estaba aquella noche en la redacción, ya vacía, escribiendo la noticia con verdadera emoción, y de pronto, entre tecleo y tecleo, me di cuenta de que allí dormía el germen de una historia. Me pregunté si detrás de ese precio astronómico podía latir el empeño personal de alguien que deseara ese cuadro a toda costa y no sólo conseguirlo, sino recuperarlo. A raíz de esa premisa tan concreta, el resto vino solo. Era, sencillamente, la historia que necesitaba contar.

-¿Ha conseguido descubrir por qué una persona puede llegar a pagar 120 millones de dólares por un cuadro?

Habitualmente se debe a motivos puramente especulativos. Al final, el del arte no deja de ser un mercado como cualquier otro, en el que se pretende hacer negocio. Sin embargo, las novelas están para ir un poquito más allá, para hacer posible lo descabellado, para darle una vuelta a la tuerca, para que el mundo no resulte tan prosaico, y eso es lo que traté de hacer con la mía: aventurar una hipótesis mucho más romántica e improbable pero que puede ser igual de válida a la hora de explicar una adquisición como ésta. ¿Por qué no? Muchas veces, la realidad supera a la ficción. Así que, quién sabe. Los motivos profundos de cada persona son insondables.

-Su novela tiene ficción pero también realidad 

Sí, en ella entrelazo el devenir de unos personajes ficticios cuya historia de amor es el hilo conductor y la médula espinal de la novela, con un telón de fondo histórico, como son el París de los años veinte, en el que recojo anécdotas reales de los artistas que protagonizaron esa época de bohemia y vanguardia, recreando el ambiente en el que vivían, o la Guerra Civil española, de la que doy pinceladas, o la Segunda Guerra Mundial, especialmente la resistencia del París ocupado por los nazis, en el contexto del expolio a los judíos de obras de arte.

-La labor de documentación que ha tenido que realizar habrá sido importante...

Es importante ser lo más riguroso posible, así que tuve que documentarme bastante para recrear las distintas etapas históricas. Sin embargo, fue al mismo tiempo una labor muy placentera, ya que el arte es un tema que me apasiona, e investigar sobre él para esta novela me permitió descubrir anécdotas deliciosas de pintores como Chagall, Soutine, y de otros personajes más desconocidos para el gran público, como la galerista Jeanne Bucher.

- Pese a su juventud, ya ha visto publicado su segunda novela y tiene ya una tercera en camino. 

Escribo desde siempre, desde niña. Es mi vocación, no me entiendo haciendo otra cosa. Precisamente en 2012, el año en que estuve en Nueva York, tuve la oportunidad de publicar allí mi primera novela, Dime una palabra, aunque ‘El color de la luz’ es la primera en la que cuento con el respaldo de una editorial grande, que me permite llegar a muchos lectores. Ha sido un paso muy grande y un sueño hecho realidad. Y la tercera está escrita. ¡Veremos qué pasa con ella!

-¿Quiénes son sus escritores de cabecera? 

No tengo un escritor de cabecera como tal, pero me gustan mucho escritoras como Carmen Martín Gaite y Ana María Matute.

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