domingo, 28 de julio de 2013

Volver a Nueva York con "The Newsroom"

No es que me considere una adicta de las series. Conozco a demasiadas personas que son infinitamente más devotas que yo en ese ámbito como para creerlo. Pero sí he de decir que, cuando una serie consigue gustarme de verdad, pierdo bastante el norte. En las últimas 24 horas me he metido entre pecho y espalda los diez episodios de la primera temporada de "The newsroom" y los dos de la segunda. Puntualizando que cada uno dura unos 55 minutos, queda bastante claro que, en las últimas 24 horas, aparte de engullir la nueva creación de Aaron Sorkin (padre de "El ala oeste de la Casa Blanca", que no seguí), y, de cuando en cuando, comprobar que mis constantes vitales continuaban estables, no he hecho mucho más.

La crítica la ha puesto de vuelta y media, pero ni caso. Sin duda, esta serie sobre un canal de TV estadounidense peca de patriotera (la premisa de la que parte es la de que, en un debate, una estudiante le pregunta al periodista protagonista, con mucha seriedad, "por qué EEUU es el mejor país del mundo"... Queda bastante gracioso extrapolarlo al caso de España, donde esta pregunta sólo podría entenderse bien en el contexto de "La Parodia Nacional", y el periodista interrogado al respecto no podría hacer otra cosa excepto descojonarse vivo. En cambio, en la serie, el interpelado, después de mucha presión por parte del moderador del debate, que no le deja escaquearse, replica medio histérico que EEUU no es el mejor país del mundo y, bastante airado, se aplica a desmontar eso que para los gringos es el mayor de todos los axiomas: la perfección de su nación. Y entonces todos los presentes empiezan a decir que es un hereje o que está desquiciado y se ponen a grabarlo con los móviles y a subir el vídeo a youtube).

Otra de las críticas que le hacen a la serie es que contiene momentos bastante glaseados, del tipo "Oh, capitán, mi capitán", pero, oye, seamos serios... ¿A quién no le gustan esos momentos? Son absolutamente necesarios en los productos audiovisuales. Sirven para reconciliarnos con el ser humano delante de un bol de palomitas.
Además, los diálogos son muy buenos, la trama no decae en ningún momento y los personajes y sus líos enganchan. Enganchan mucho. Y me caen bien todos, algo que es verdaderamente difícil de conseguir, y eso que lo único que hacen es correr, ponerse de los nervios y ser más listos que nadie.

Pero lo mejor de todo (y sé que esta afirmación raya con el espíritu grupi, pero me da igual) es que el edificio que sale en los planos exteriores está al lado de mi oficina de Nueva York y pasé mil veces por delante del garito donde los protagonistas se reúnen para tomar una copa después del trabajo (aunque nunca entré, el mundo no es perfecto, igual que EEUU). Cada vez que sale en la pantalla esa parada de metro de Bryant Park y esa esquina de la 43 con la Sexta, me doy un alegrón. Y no, no es que me crea una de las periodistas de "The Newsroom", que son una mezcla entre agentes de la CIA y Robin Hood, pero al menos ¡trabajé en el mismo espacio que ellos! ¡Pisé el pavimento que ellos pisan! ¡¡Sí!! ¡¡Lo sé!! ¡¡Es rematadamente friki lo que acabo de decir!!

En fin, que, a los que os guste el periodismo, no dejéis de verla. Y a los que os dé igual la temática, os la recomiendo también. Eso sí, ya aviso: si no quedáis satisfechos, yo no soy como El Corte Inglés. Yo no devuelvo el dinero, pero vamos, que el capítulo de mañana es que no me lo pienso perder.

¿Os he dicho ya que soy fan? ¿Sí? ¿Tanto se me ha notado?

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