lunes, 1 de julio de 2013

Encargos de verano

Empieza un mes que será duro y largo. Cuando llega la época estival, a la mayoría de la gente le dejan una planta. A mí me han dejado una radio. Una insensatez en ambos casos. Si me hubieran encomendado un vegetal, habría terminado por matarlo. En el caso de la radio... el espectro de posibilidades se amplía. Una de dos: o consumo mi malévolo plan de dominar el mundo a través de una masiva sugestión subliminal, o me lo cargo todo. Si ocurre esto último, prometo que Radio Eibar será como los músicos del Titanic: sonará hasta el final. Y yo me ahogaré con ella, pero no sin antes decirme (a mí misma, grumete y capitana a un tiempo): "Caballeros, fue un placer tocar con ustedes esta noche". Hundirse, sí, pero siempre con una frase lapidaria en la boca.
Pues eso, queridos radioyentes, que, si en algún momento de este mes de julio oyen cacofonías en sus transistores, no tienen por qué alarmarse. Sólo soy yo.
Diculpen las molestias.

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