miércoles, 3 de julio de 2013

De noche, todos los gatos son pardos

A las cinco y media de la mañana, por la calle sólo estoy yo y cuatro gatos más... bueno, un gato más... bueno, en realidad eran dos más, pero el blanquito huyó para refugiarse en los bajos de un coche en cuanto aparecí. Minino listo. No hay que fiarse de la gente que circula por las calles a esas horas. Lo saben bien las escaleras mecánicas urbanas, que entonces ni siquiera funcionan. Los maleantes, cierrabares y gente de mal vivir no merecen las comodidades municipales. Y yo tampoco las merezco, porque mis intenciones son las peores de todas. A esas horas, me dispongo a levantar el país. Pero a levantarlo literalmente: de la cama. Gatos y lirones del mundo, protegeos de esa gentuza.


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