miércoles, 16 de mayo de 2012

Lo que pasa cuando te pones a salir con el periodismo

Una de las cosas que pasa cuando empiezas a salir con el periodismo es que sales tarde. De trabajar, se entiende. Como, por ejemplo, a la una de la madrugada, después de una jornada laboral que se ha extendido durante diecisiete horas. Podría pensarse que esa apasionada absorción se debe a la cobertura de una cumbre mundial, un atentado terrorista de proporciones épicas o a un especial porque se ha encontrado la cura para todos los tipos de cáncer y el sida de una tacada. O porque España ha ganado el mundial en algún deporte. Pero la verdad es que no. No necesariamente. A veces estos horarios pre-primera Internacional responden a una concatenación de hechos noticiosos más o menos absurdos, con el colofón del desfile de los 50 latinos designados como los más bellos por la revista People en español. Juro que si vuelvo a oír a un guapo más decir que la belleza está en el interior y que es el resultado de una actitud positiva y feliz ante la vida, pediré una dosis de cicuta. No sin antes dar rienda suelta a mis instintos malignos y solicitar como última voluntad que le pongan delante a esta gente tan mona al Quasimodo de turno para que le peguen un morreo, alegando que Quasimodo es feliz y positivo que te rilas. A ver quién es entonces el "guapo" que ratifica su propia teoría. La revista People, más que a los 50 más hermosos, tendría que elegir cuál de entre los 50 suelta la tontería más grande. Aunque como todos dicen la misma, semejante competición ni siquiera tendría emoción. 

En trances como éste, comienzas a no verle futuro al idilio con los papeles. Pero ya se sabe que, en las relaciones, hoy es una de cal y, mañana, otra de arena. Porque, tan sólo ocho horas después de la crisis, te toca hablar por teléfono, en pijama, con una inmigrante ilegal mexicana, víctima de abusos sexuales, que ya no confía en las autoridades, ésas que la deportaron cuando denunció que un compañero de trabajo la había violado, ni en las leyes, que no la protegen, ni en su propio marido, que le insinúa que la culpa de todo es suya, porque "se ríe demasiado al hablar" y eso constituye un signo inequívoco de que es una coqueta. No confía en nadie, pero a ti te dice: "He accedido a contarle a usted mi historia, porque quizás, si la escribe, puedan cambiar algo las cosas". Y entonces te das cuenta de la enorme responsabilidad que implica un ejercicio comprometido del periodismo. Te percatas de que las empresas de comunicación, por mucho que se hayan rebozado en el barro, aún pueden cumplir una función social. De que tu trabajo lleva aparejado un poder transformador, capaz de aportar beneficios a la comunidad y de hacer algo útil y bueno por la gente. De que tienes el inmenso privilegio de que las personas te cuenten sus historias, sus problemas reales, para que tú los transmitas al resto del mundo y éste pueda mejorar. O, al menos, enterarse de lo que le ocurre a la otra mitad. De que salir tarde por la people guapa sólo es un peaje. Y entonces, te acuerdas de qué fue aquello que te gustó tanto de él la primera vez que le viste. Te reafirmas en la creencia de que tu profesión es toda una carrera y no sólo un mal paso. Surge de nuevo la chispa, la magia. Y, sin poder evitarlo, te vuelves a enamorar del periodismo.

http://ve.noticias.yahoo.com/inmigrantes-agricultoras-ee-uu-indefensas-abuso-sexual-193051353.html

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