Y fue con aquel beso de él que pretendía ser en la mejilla y resultó, buscado o no, en el inconveniente filo de la boca, como ella lo aprendió todo de ese deseo tan bestial que nada dice pero que en cada acto se nota, porque a duras penas se controla y acaba saliendo siempre cuando no toca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario