lunes, 25 de mayo de 2015

Macao

Dejadme que hoy os hable de una emprendedora de verdad, no de esas de paja y purpurina que las escuelas de negocios manufacturan en serie. Se llama Jhoarís Velásquez. Es venezolana. Y ella enseguida puntualizará: "De Puerto Ordaz, del estado de Bolívar", al parecer la parte oriental del país, donde la gente es más bullanguera y habla más alto. Allí ella se dedicaba al documentalismo. Le gustaba contar en vídeo los problemas de la gente. Tenía un carro, una casa en Caracas y llegó a ser directora de un canal de televisión local. Pero empezó a recibir consignas del alcalde. Amenazas veladas cuando no las cumplía. Al régimen no le gustaba que se saliera de madre con arranques de criterio propio. A las dictaduras (sí, dictaduras) no les gusta la independencia. Ni la audacia. Así que tomó la decisión de renunciar a todo lo conseguido con tal de no plegarse a esa vida dirigida en la que se estaba viendo encorsetada de a poco. Si se dejaba, y casi sin que se diera cuenta, otros acabarían hablando por su boquita. Carpetazo y tabla rasa, con todo lo que eso supone. Llegó a España, a un máster de Periodismo de Investigación. En su primer día, realizó una declaración de intenciones delante de toda la clase, con la cual dejaba poco margen a la interpretación y las medias tintas: "Mi objetivo para venir a estudiar acá es derrocar al régimen de Nicolás Maduro".
Pero derrocar regímenes, aunque sea el de Maduro, es duro. No se tomó Zamora en una hora.
De modo que vinieron las estrecheces económicas. Y a esta mujer hecha a todo no se le cayeron los anillos. De hecho, decidió hacer de la necesidad virtud y ponerse a venderlos. A eso se le llama fabricar cestos con los mimbres que te da la vida en cada ronda.

Esta semana, en país ajeno y de la nada, inaugura su empresa asociada con dos compatriotas. Se llama Macao. Ha aprovechado la tragedia cambiaria que vive Venezuela y ha logrado que sople a su favor, dándole la vuelta a la tortilla. Con un bolívar devaluado hasta cotas imposibles, se ha dedicado a importar bisutería y complementos de reputados diseñadores del otro lado del océano para inundar España con el colorido y la alegría del Caribe. De momento, su tenacidad ya ha conseguido que yo pose de modelo para su catálogo de artículos. Por supuesto las fotos las ha hecho ella. ¿Qué no hará, si ha logrado que me encasquete un turbante rosa en la cabeza? Así que seguid pendientes de las pantallas, que pronto habrá más información de Macao y entre todos podremos hacer que una emprendedora de raza siga nadando.






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