miércoles, 20 de mayo de 2015

La chica de ayer ahora

Como aquella madrugada no lo tenía a mano, se inventó una conversación con él. Necesitaba hablarle. Y le preguntó:
-¿Sabes qué día ha sido esta noche?
-...
-El cumpleaños de Sara. Lo hemos celebrado hace unas horas. Tú no estabas. El año pasado, cuando cumplió 29, sí estuviste. ¿Te acuerdas de lo que pasó en la fiesta?
Y su silencio dice que sí. "La noche estaba estrellada, tú, guapa y el corazón, tonto".
-Sí, claro... cómo no te vas a acordar. Hay noches que no están hechas para olvidarse. Aunque, en el fondo, todo es culpa de las fechas. Sí. Son las fechas. Estás viviendo sin más y, de pronto, aparece una y... ¡pam! Las fechas son el armazón que sostiene los recuerdos. Y la comparación.
-¿A qué te refieres? -dice él, interviniendo por fin.
-Pues a que las fechas son las que permiten que te compares con el que eras antes. Y, a veces, eso es una verdadera putada. Por ejemplo, me acuerdo de que, hace un año, por estas fechas, esta misma noche, en el cumpleaños de Sara, pude oler tu piel de cerca. Y desquiciarme la cadera de tanto apretarla contra la tuya. Y de que pusimos olores extraños a las flores. Y de que tú me incendiaste los ojos de tal manera que parecía que tras las córneas me habían implantado dos luciérnagas.
-¿Y?
-Pues que en este instante tengo una envidia loca de ésa que fui. No puedo evitar guardarle rencor a aquella de hace un año, que pudo tenerte, que gritaba "carpe diem", sin tener que preocuparse más que de amar, de gozar, de apurar la vida en ese momento, y no de la pena y el vacío de ahora. La pena del hoy, el día en que me han contado que ahora pasas la vida en la cama de otra. Es tan aterrador... Si pudiera avisar a la que era yo hace justo un año de lo que iba a sentir ahora. Celos de mí misma. Nostalgia inaguantable. Ella y yo estamos viviendo la misma noche, pero la suya es tan dichosa y, en cambio, la mía... ¡Estoy volviendo sola a casa! Ja.
Cómo se burla el destino. Ciertamente se ensaña. Supongo que es por aquello de que el universo no se desequilibre. Se me permitió tanta felicidad entonces, que ahora, en el mismo día, tengo que purgarlo. Para que siga funcionando la maldita teoría del caos. El aleteo de una mariposa ya no desencadenaría un terremoto en el otro extremo del mundo si tú y yo siguiéramos siendo felices hoy, después de haberlo sido tanto aquella noche. El mundo estaría mal repartido. Y eso no puede ser.
-Y entonces, ¿qué puede ser? -preguntó él tras mascar el silencio un instante.
-Que Sara, al año que viene, en tal día como hoy, cumplirá 31.
-¿Y, para entonces, qué será de nosotros?
Ella compuso la más estoica de las sonrisas y respondió:
-Pues de nosotros será que no seremos.

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