miércoles, 20 de mayo de 2015

¿Cada oveja con su pareja?

Vinieron los dos de Italia. Uno de Milán, hace cuatro años. El otro es florentino y de hace nada. Ambos perdieron a sus pares, entre los hombres y la bisutería del ancho mundo. A una de las réplicas la extravié en una situación abracadabrante cuyo relato, muy a lo zapato cristalino y ceniciento, difiero a cuando no haya niños delante. La otra se apeó de mi oreja de la forma más tonta y a la semana de conocernos. Se ve que le caí mal. Qué se le va a hacer. Pues seguir adelante. Porque no por estar solos dejaban de ser, cada uno por su lado y a su manera, los más guapos del joyero. ¿Por qué retirarlos de la circulación, aparcándolos en el triste destino de los zarcillos que se quedan de non: el desahucio? De modo que hoy les he dicho: "Alhajas, sois diferentes, no tenéis nada que ver, pero ya podéis encontrar temas de conversación y hobbies comunes porque, a partir de ahora, vais juntas". Hoy no tendré perfil malo y perfil bueno, sino asimétricos. Y no me hago responsable de esquizofrenias sobrevenidas y bipolaridades adquiridas por mirarme. La moraleja, pendientes míos, es clara: que estés desparejado no quiere decir que no puedas seguir bailando.



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