miércoles, 17 de octubre de 2012

Las orejas de elefante se comen y son dulces

Como nunca te acostarás sin saber una cosa más, hoy he aprendido que ese dulce en forma de corazón, hecho comúnmente de hojaldre y que en España se llama palmera, en Nueva York (donde, por cierto, escasean) recibe el nombre de "oreja de elefante". Como la de cerdo pero a lo bestia. Cuando te enteras de algo así, es inevitable que los cimientos en los que se venía sustentando tu vida se tambaleen. 

 Yo que pensaba que después de los garrotes pamplonicas (las napolitanas del román paladino) no tenía de qué escandalizarme en todo lo que a bollería se refiere. Si lo pensáis, esto es mucho más gore. 
¿Quién será la mente preclara a cuyo arbitrio se encomienda la nomenclatura de la repostería? Es ésta materia tan absorbente que, mientras reflexionaba sobre ella, en vez de coger el metro que iba hacia abajo, cogí el que iba hacia arriba. Haceos cargo de lo que supone pensar que vas a aparecer en la 14 y encontrarte de pronto en la 59. Otro trauma. Y demoledor. En mi defensa he de alegar que, en todo el tiempo que llevo aquí, ésta es sólo la segunda vez que sufro un accidente de estas características.

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