domingo, 15 de abril de 2012

4ª entrega del viaje al oeste: Pide que la ruta 66 sea larga

De todos es sabido aquello de que en los viajes lo más importante no es el destino, sino el camino. ¿Pero qué me decís si el camino que has de emprender discurre a lo largo de más de 300 millas por la histórica ruta 66, a su paso por el desierto de Arizona, a bordo de un Ford Fiesta verde fosforito, con matrícula de Colorado, en el que suena una canción al bango titulada "Chasing that neon rainbow"? Pues que entonces no es que el viaje sea mejor. Directamente es épico. Y entonces pides que la ruta 66 sea larga (Kavafis dixit).

Estos son los protagonistas al volante.






Éste es el escenario de nuestra peculiar versión de "Thelma y Louise". Cualquier parecido con el secarral de Los Monegros es pura coincidencia.



Ésta es la banda sonora que amenizó nuestra ruta. Atención. El amigo Alan Jackson, o lo que es lo mismo, este sex symbol de rubia cabellera, guarnecida por níveo sombrero de ala ancha, editó su álbum "Here in the real world" en 1990. Vamos, un clasicazo del country.



A veces, lo importante del viaje son las paradas. Sobre todo, cuando son parada y fonda y tienes hambre. Nuestra fonda fue esta área de servicio en la que, de un momento a otro y en una curva cualquiera, no te sorprendería toparte con un psicópata de esos que acostumbran a ir vestidos de granjeros y comiendo maíz. Para despistar. Demasiadas películas de los Coen.



La publicidad de este pintoresco merendero podría rezar como sigue: "Vendrá por los psicópatas disfrazados de granjeros que comen maíz para despistar, pero se quedará por la gastronomía". Ésta es la colación con la que eché combustible a mi body. Las gallinas se suicidarían si supieran que esa cosa amarilla y blanca que recubre la hamburguesa te la venden bajo la etiqueta de huevo.




A nivel culinario, nos resarcimos en el pueblo de Williams, en una cafetería con sillones de cuero, un techo aspado de ventiladores, una máquina a monedas presidida por la efigie del prócer Elvis Presley, y hombres acodados en la barra de los de verdad. De los que no temen al sirope de arce.


Y, para que no nos miraran mal, ya que soportamos muy mal las críticas, y por aquello de "donde fueres, haz lo que vieres", pues, allá que nos entrampamos con las tortitas... Obsceno. Hay gente que pasa hambre en el mundo.


Williams, también conocida como la población de los Guillermos, viene a ser una calle. Pero una calle que bien podría haber sido fundada por un tipo tocado con un gorro de mapache y un machete entre los dientes llamado Jebediah Springfield. Traté de apoderarme de una mecedora y quedarme a vivir en un porche. Pero Manuel no me dejó.


Muy a mi pesar, porque no me gusta que me lleven la contraria, tuve que darle la razón. Es verdad que lo que importa es el viaje. Pero tampoco está de más que, aunque sea muy al final, tengas un sitio al que llegar. Y, a fin de cuentas, a nosotros nos esperaba San Francisco. Pero ésa ya es otra historia...

Y, entre que llegamos y no, siempre nos quedará alguno de los 3.939 kilómetros de la Main Street of America. Por falta de viaje que no sea.


1 comentario:

  1. Pues me ha gustado el alan jackson éste (su música, por si acaso...). Ah, y me esperaba un coche verde fosforito más cutre, éste no estaba nada mal!!! Finalmente, eran 6 tortitas, no???!!!

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