jueves, 21 de junio de 2018

Reseña de "El color de la luz" en el blog Cultura-te

El color de la luz es un libro muy bonito, posee cierto aire de secretismo idóneo para los más curiosos y relata dos historias en una: una periodista con instinto infalible busca lo que se esconde tras el hecho de que una anciana, conocida gerifalte de un imperio textil, haya pagado veinte millones de dólares en una subasta en Nueva York por la obra cumbre de Pendragón, que por muy maravillosa que fuese, tal cantidad de dinero era demasiado. Lo que la periodista desconoce, y que irá descubriendo poco a poco gracias a una petición de la anciana, es todo lo que se cuece tras ese cuadro en particular, la segunda historia, la historia de Pendragrón y su musa. Historia, arte y sentimientos se suceden entre unas líneas que no pueden ser más cuidadas, y gracias a una pluma que no puede ser más extraordinaria.
París, Nueva York, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española son los magníficos enclaves donde se desarrolla la novela. La autora une presente y pasado para componer una obra de narración exquisita, que cuenta el amor, más que imposible lo definiría como complejo, por culpa de las odiosas inseguridades que acechan a las personas de manera implacable, entre un pintor y su musa, y que otorga una importancia señorial a los detalles –aquí he de felicitar con mayor énfasis a Marta Quintín porque ha sabido transportar al lector al verdadero ambiente, e incluso pensamiento, de un auténtico artista–.
Siempre he creído que los artistas –pintores, escultores, escritores…– observan el mundo a través de la magia, una magia que les crea una particular sensibilidad que los hace únicos, diferentes. Así es Martín Pendragón, especial desde niño, incapaz de no dibujar en cualquier superficie, incapaz de reprimir su magia, incapaz de no aceptar la ayuda de Francisco Miranda, el maestro que decide concederle el empujoncito que precisa para poder volar, el padre de Blanca Luz. Oh, Blanca… ¡qué tontos somos cuando nos dejamos vencer por el miedo!
El color de la luz es una historia clásica, de la vieja escuela, de esas que perdurarán en el tiempo como una novela “de las de siempre”, entrañable, que te abraza desde el principio con tanta calidez que, al terminarla, sientes vacío, aunque es un vacío que, al mismo tiempo, te roba una sonrisa… una sonrisa de verdad, de esas que no se desvanecen durante unos interminables y hermosos segundos y que surge cada vez que tus ojos se cruzan con el lomo del libro cuando fijas tu vista en la estantería, algo inevitable, sencillamente porque, ¿quién no querría saber cuál es el color de la luz?

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