-Pues ahora que lo mencionas, te diría que tal vez sí...
-Sí, ¿verdad? De un tiempo a esta parte, te noto conmigo de un glacial...
-Oye, que tú tampoco te quedas corta.
-Ya... Pero, ¿tú tienes algo contra mí?
-¿Contra ti? No. Qué va. ¿Qué voy a tener? ¿Y tú?
-No. Yo tampoco. Dios me libre.
-Ay, pues no se me ocurre qué nos puede pasar. ¿Qué será?
-No lo sé. Si quieres que te diga la verdad, no tengo ni repajolera idea, cariño.
Y, a su alrededor, los grajos se pusieron a volar bajo. Muy bajo.
A uno, de tanto como la arrastró a ras de suelo, la pata se le partió.
A uno, de tanto como la arrastró a ras de suelo, la pata se le partió.
No hay comentarios:
Publicar un comentario