viernes, 14 de diciembre de 2012

Lecciones del (pen)último día

Después de ¡dos años! en la empresa, hoy es mi último día en Efe. Ha sido mi primer contacto con el mundo del periodismo en la línea de fuego, alejada de manuales y aulas. Donde me tocaba constatar si lo que me enseñaron en la facultad tiene alguna correlación con lo que se cuece fuera. Y he de decir (ya que de esto puedo hablar con conocimiento de causa) que frente a esa creencia generalizada en España de que el periodismo se ha vuelto descuidado, tendencioso, zafio por sistema, al menos el que se practica en la agencia Efe es de calidad. Uno que, pese a los escasos recursos o las prisas, está presidido en todo momento por el rigor, una praxis profesional intachable y una vocación verdadera de que el público esté lo mejor informado posible. Cometeremos errores, desde luego. Pero jamás serán intencionados, por desidia o esos propósitos espurios de manipulación que con tanta alegría, y ahora sé que injustamente, se le achacan a este bendito oficio. Sólo me queda agradecer a todos y cada uno de mis compañeros de las delegaciones de Pamplona y Nueva York, porque de todos he aprendido algo valioso. Y porque con todos me he reído lo que no está escrito. Y menos, lo que puede escribirse en un lead de cinco líneas. A Efe la hacen grande las personas y peazo profesionales que trabajan allí, a pesar de la falta de apoyo, así que gracias María Montoya, Nuria Santesteban Silanes, Marian Garcia Jimenez, Villar López, Fermín Zariquiegui, Javier Rodrigo, Rosana Redondo, Ascen Etxauri, Carlos Mendoza, Jesús Diges, Teresa de Miguel, Emilio López, Rafael Cañas, David Valenzuela, Elena Moreno y, por supuesto, a la Ruty. Nunca se sabrá de dónde viene eso de "Efe". Dicen que de Franco. Puede ser. Pero bueno, poniéndonos moñas, fructífero, fantástico o feliz también empiezan por esa letra ¿no? Pues eso. Que mil gracias. Fue un placer ser chica Efe.


Horas después...


 Pues resultó que el que iba a ser mi último día de trabajo finalmente fue mi (espero, pero ya no digo nada) penúltimo día de trabajo. Quién me iba a decir esta mañana que acabaría pasando la noche en un hotel de una población recoleta y gélida de Connecticut (sin pijama, por supuesto, que lo inesperado no permite hacer maletas), debido a que, desgraciadamente, se produjo una masacre en un colegio en el que perdieron la vida 28 personas. Coge una cámara, súbete a un coche y pon rumbo a donde esté la noticia. Efe me ha permitido hacer callo y escuela hasta el final. No podía llevarme conmigo mejor lección que esta última que me han dado, ya que resume la esencia del periodismo: sé el último en abandonar la trinchera y hazlo siempre con las botas puestas.

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