jueves, 16 de mayo de 2013

En las vueltas y revueltas de Euskadi


Cuatrocientos ertzainas, trece de ellos con contusiones, dos detenidos, un pueblo congregado en un puente. Algunos en las márgenes del río Artibai. Otros, sentados en la pasarela cuya estructura metálica han hecho peligrar por el sobrepeso.... Todo para evitar el arresto de una mujer: Urtza Alkorta, condenada por la Audiencia Nacional a cinco años de cárcel por colaborar con ETA. La mayoría de los vecinos no querían hablar. Una se ha negado mientras una lágrima se le descolgaba del párpado. Pero sí coreaban consignas: "No nos moverán" (en eukera), "Torturadores", "Perros", "El PNV lo hace por dinero, nosotros por amor" (no he logrado averiguar qué diablos querían decir con eso) y "Urtza, el pueblo está contigo". En esto último ha abundado una señora que sí se ha pronunciado: "Urtza es una chica maja, soltera". Dato crucial. Me ha explicado que llevaban cinco noches al raso, concentrados en el puente, por si la Ertzaintza aparecía en cualquier momento. Los jóvenes no se habían movido desde el viernes. Los mayores sí se iban a dormir, pero disponían de una sirena que, ante la menor sospecha, "llamaba al pueblo". Y el pueblo acudía, "así fueran las tres o las cuatro de la madrugada". La policía no ha sido tan intempestiva. Han llegado a las siete de la mañana. Han desalojado a los ocupantes del puente uno a uno. Algunos se resistían más que la media y los sacaban a rastras. A ésos, la concurrencia los jaleaba más. Pero fiscalizaban a todos. En cuanto se alzaba una porra, cundían los pitidos y los "eh, eh, eh", mientras se evocaba el nombre de Íñigo Cabacas. En primera línea de cordón policial se ha producido un revuelo, un conato de carga, la gente se arremolina, retrocede apresuradamente, una mujer rompe a llorar histéricamente, unas abuelas se encaran con los agentes, arrogantes en su indefensión. Precisamente por su indefensión. "Que no llevamos armas, ¿eh? Que no llevamos nada". Y les enseñan las manos. Las mismas manos que han sostenido en alto los vecinos cuando los agentes, tras detener finalmente a Alkorta, se han replegado tras sus escudos hacia los treinta furgones con los que habían tomado el pueblo. Otra vez cánticos, lemas y una marcha hasta la salida de Ondárroa. Uno de los chicos desalojados de la pasarela, amigo de Alkorta, atendía a los medios. No estaba seguro de poder responder con fluidez a preguntas en castellano. Pero en castellano ha dicho que valoran positivamente cómo se ha unido el pueblo y que ésos son los métodos que van a usar de ahora en adelante cuando ocurra algo similar en otro lugar del País Vasco. Me he querido asegurar. "¿Qué métodos? ¿Resistencia pacífica?". E inmediatamente ha contestado: "Sí".

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