martes, 15 de enero de 2013

Alemanes y españoles

Una de las ventajas de vivir con un alemán que aspira a ser profesor de español es que puedes permitirte el lujo de corregirle cada dos por tres con aire paternalista e indulgente (pensando, de paso y con placer, cual españolito desquitado, "chúpate ésa, hijo de la gran Merkel"). Y, encima, no te mira mal, sino que te da las gracias. Pero a veces, lo de jugar a ser Hispanista Sin Fronteras... bueno, digamos que te puede salir el tiro por la culata. Veámoslo.

Estás comiendo, y entra el alemán en la habitación y te dice con jovialidad: "¡Que aproveches!". Miras al maromo de dos metros y le indicas con elegancia y dulzura su incorrección lingüística. "¿Has dicho 'que aproveche' o 'que aproveches?". El gigantón ario titubea, le entran sudores, como si se lo estuviera jugando todo entre dos opciones del "50 por 15", sin comodín del público ni de la llamada, y como si la menda se hubiera transfigurado en el mismísimo Carlos Sobera de cuerpo presente enarcando una ceja. Se masca la tensión, pero, al final, se arriesga y contesta a la desesperada: "Que aproveches".
Meeeec. Error. "Ah, vale, que aproveche, que la comida te aproveche... ¡gracias!". "No hay de qué, hombre de Dios", le dices sintiéndote una filántropa de las que ya no quedan.

Pero pasan las horas. Llega el momento de cenar. Y el de la venganza. Un plato que se sirve frío... o demasiado caliente. Metes una pizza al microondas. En el envoltorio pone claramente que tiene que estar seis minutos dando vueltas. Acatas la orden. A los cinco minutos, comienza a salir una sospechosa humareda, un acre olor a socarrado se expande por la estancia y el alemán irrumpe alarmado en el comedor gritando: "¡Es muy peligggrosso! ¡Va a saltar la alagggma de insendios!".
Olvidando los resquemores de la deuda soberana y las diferencias entre los países norte-sur, entre los dos abrimos las ventanas y rescatamos, no a Grecia, sino el pedazo de pizza carbonizado. Yo miro mi cena consternada. Él me mira a mí y me suelta cortésmente: "Que aproveche".
Vale. Ahí has estado fino, Herr Kartofen. Me has ganado este asalto, lo reconozco. ¿Cómo se dice "cabrito" en la lengua de Goethe?

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