domingo, 26 de febrero de 2012

Cuento de Navidad neoyorquino

2 de febrero.
Aunque no lo parezca, este recinto de tarima que se pierde pasillo adelante es una tienda de libros antiguos, a la altura de la 48 con Broadway, poco más o menos. El que duerme en la silla a pierna suelta es el librero, despreocupado de lo que el visitante tenga a bien hacer en sus dominios. Parapetado tras unas gafas de Johnny Depp, deja abierta su puerta a los extraños con condescendencia, casi como si les hiciera un favor, con magnanimidad salomónica. De lo único de lo que se ha preocupado es de forrar bien al perro que duerme a sus pies con todas las prendas de punto que ha encontrado, hasta convertirlo en una mesa camilla. El perro temblaba momentos antes como el azogue. Ambos duermen, desentendidos de sus tesoros: un ejemplar de "Life" impreso en la década de los cuarenta acoge a la adorable Audrey entre sus páginas, dejadas sobre una caja como al descuido, más propias de una revista de la peluquería o de la sala de espera de un dentista. Más ínfulas se da, erguido en un pequeño atril, un libro de cubiertas doradas, que pregona los poemas de Alexander Pope. En la primera página hay una dedicatoria, estampada en esmerada caligrafía. A una tal Nelly su madre le regaló este poemario el 25 de diciembre. Corría el año 1886.

1 comentario:

  1. Creo que en general son más confiados los estadounidenses que los españoles... y creo que tienen razones para ello...

    ResponderEliminar