lunes, 13 de abril de 2020

Besos enmascarillados

Feliz Día Internacional del Beso en un año en el que estuvo prohibido besar:

Se enamoraron de balcón a balcón. Se distinguieron enseguida: ellos dos, los únicos en toda la calle confinada que se asomaban ocultos tras sus mascarillas de carnaval quirúrgico y veneciano. Como si no se sintieran seguros en sus propias casas. Tal vez, lo que pasaba es que, directamente, no se sentían en casa, y por eso pensaron -bendita y loca esperanza- que podrían encontrar una en la del otro. O, quién sabe, ser casa juntos.
Así pues, tuvieron que enamorarse por los ojos. Lo único que se conocían. Y para empezar, obviamente, les bastó. Con los ojos se espiaban, sorprendían el movimiento del cristal vecino al abrirse, dando paso a sus respectivas manos enguantadas, que, en perfecto eco, aplaudían con una rabiosa suavidad, todos los días a las 20:00. Con los ojos se dedicaban promesas inauditas, y se despedían: "Hasta mañana. Te veo sin falta".
Pero lo que sí faltaba era que el amor también aullara, que oliese, que supiese, que tocara. Un miércoles de principios de abril, ya de atardecida, bajaron a la vez la basura. Se ignora si sus miradas habían quedado previamente con alevosía. Se les concederá el beneficio de la duda.
Lo que no se puede negar es que pusieron en jaque a la OMS cuando, con aire casual y distraído, cruzaron la calzada y entrechocaron las mascarillas. Fue un segundo. Fue un roce. Fue leve. Pero esa noche, ambos soñaron que se paraban frente a frente y, muy despacio, se las quitaban el uno al otro. Fue lo más erótico de sus vidas.
Al despertar, cada uno en su cama, se sintieron felices. Con dedos de látex, se acariciaron los labios a través de la tela, y se notaron la sonrisa. Faltaba un día menos para besarse con boca.

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