martes, 14 de abril de 2015

Cuando el periodismo es lo que debería ser

Uno de esos días en los que vuelves a casa sabiendo que sí, que pese a todo no te equivocaste. Que Gabo no lo decía por ser bienqueda sino porque tenía razón. El periodismo es el mejor oficio del mundo. El mejor de lejos, agrego yo.
Ése que te permite estar en un autobús a las diez de la noche, volviendo a Madrid desde un pueblo perdido, y hacerlo en un estado de emoción y felicidad absoluta. Porque una vez más, gracias al periodismo, has podido acercarte a la realidad de otra gente y saber que tal vez puedas hacerla un poquito mejor si cuentas bien su historia. Y te has partido de risa con tu compañero de fatigas fantaseando sobre cómo vais a poner a los malos contra las cuerdas porque entre manos lleváis el próximo Watergate. Y encima te han regalado una caja de palmeras de chocolate. Ésa es la forma en que nos compran a los periodistas. Bendita profesión de locos.

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