Las nubes presumidas se asomaron a un lago de
Central Park para regodearse en su hermosura. Se asomaron demasiado y se
cayeron dentro. Como Narciso. Pero, a diferencia de él, no se ahogaron,
porque ellas podían flotar. A fin de cuentas, también eran agua. Tarde o
temprano habrían acabado cayéndose hechas un mar de lluvia. Tan sólo se
habían adelantado un poco a su propio destino.
No conocía la historia de Narciso, pero podía haber cogido un espejo!!!
ResponderEliminar