martes, 26 de julio de 2016

Bailes de salón

-No puedo sacarte a bailar. Te pisaría. Piso a todas.
La solución se la dio ella. No podía resultar más sencillo. Le exhortó a que se tumbasen sobre el canapé. De costado ambos. Frente contra frente. A continuación, posó su mano sobre el hombro de su compañero. Con la que le quedaba libre, condujo la de él a su cintura. Y la dejó hibernando allí, en el cóncavo valle en el que desaguaba la cadera. Las piernas entrelazadas para el frenesí del tango. Y entonces la música. Seguir el ritmo. Un, dos, tres. Marcar los pasos. Un tropezón de él. "Te dije que era torpe...". "Ya, pero no me has pisado". Sonrisa de triunfo cruzada al vuelo en un ocho cortado. Después vinieron el foxfrot. La bachata. Un pasodoble. El vals. Otro tango. Dieron vueltas, y más vueltas, siempre en horizontal, danzaron durante horas, toda la noche acaso. Tanto es así que no pararon hasta que les dolieron los pies.

No hay comentarios:

Publicar un comentario