jueves, 12 de septiembre de 2013

Entrevistar a la tercera edad

Entrevistar abuelillos merecería un capítulo aparte en alguna asignatura troncal de primero de Periodismo, porque es toda una ciencia. Poniéndonos entomólogos, podríamos describir una tipología como la que sigue:

-El aburrido: es aquel que no tiene a mano ninguna obra urbanística que contemplar (el parón de la construcción ha reducido enormemente la oferta de ocio de nuestros mayores) y está enca...ntado de que le brindes una oportunidad de ejercer su derecho a la libertad de expresión. Le preguntas por las pensiones y, en cuestión de dos minutos, te está hablando de una tal Dolores. En un primer momento, te preguntas "dolores ¿de qué?, ¿de cadera?, ¿de cabeza?, ¿de corazón?, ¿lumbares?". Pero unos cuantos minutos después, te das cuenta de que se está refiriendo a la Pasionaria y, como te pille con la guardia baja, acabas recordando con él frases de la susodicha. Cuando diez minutos después te despides (eufemismo de "escapar"), notas que has dejado un vacío en su vida.

-El viejo verde: éste también se presta a hablarte, pero simplemente porque eres un trozo de carne fresca. Te dirá todo lo que le pidas. Incluso más cosas de las que habrías deseado escuchar nunca.

-El aldeano de Salem: es ése que te ve avanzar hacia él con una grabadora y sale corriendo (metafóricamente, porque suelen llevar bastón), al tiempo que grita: "¡Bruja, bruja, vade retro, no extraerás ni una palabra de mis labios, no te llevarás mi alma! ¡Que la quemen viva!". Lo mejor es dejarlos huir. No llegarán muy lejos.

-El sordo: en este caso, lo mejor es que huyas tú. Si no sabes retirarte a tiempo, pasarás la mañana atrapada en un bucle en el que tú preguntas algo y te responden con otra pregunta: "¿¡Quééé!?".

-El consejo de sabios: son mis favoritos. Si no has logrado ni una buena declaración, no desesperes. El recurso del grupito nunca defrauda. Acércate a un corrillo de viejos. Siempre habrá uno que te dirá muy dignamente: "Yo no pienso hablar. Que te conteste éste", señalando al de al lado con gesto despectivo. Entonces sabes que ya lo tienes. La estrategia a seguir es centrarte en el tipo al que han designado como portavoz, deshecha en amabilidades, dándole a entender al digno que si él no está interesado en hablar contigo, tú menos en hablar con él, y que te importa menos que un mojón seco. No falla. La psicología inversa, digo. A los dos minutos escucharás su voz, metiendo la cuchara. Ningún español soporta escuchar la opinión de otro español sin demostrar su propia sabiduría. Es un instinto atávico contra el que no podemos luchar. Así que, finalmente, tienes declaraciones para dar, vender y coleccionar en fascículos.
Yo nunca me privo de abandonar el grupito restregándole al digno: "¿Ve como en realidad sí tenía ganas de hablar conmigo?". Puñetera que es una.

No hay comentarios:

Publicar un comentario