jueves, 26 de julio de 2012

Cuento neoyorquino de Cenicienta

Érase una vez una joven llamada Cenicienta, reportera dicharachera de profesión, que acudió en Nueva York a la presentación de una colección de calzado diseñado por un mago que había obrado el perverso milagro de que unas sandalias con doble lazada costaran más de 2.000 pavos. Sorpresivamente, apareció en medio del baile una bruja (pero era mona la jodida) llamada Jessica Alba, la cual calzaba un par de estos zapatos. Cenicienta, por el contrario, iba enfundada en unas botas de agua estampadas con el cartel de Las Vegas. La consoló bastante un príncipe de dos metros con pinta de noruego buenorro que ofrecía bombones a la concurrencia. Cenicienta estuvo a punto de espetarle "pa' bombón tú", pero se contuvo a tiempo, al darse cuenta de que, en un sitio tan fisno, el modo albañil a pie de obra estaba completamente fuera de lugar. Al fnal, gracias al conjuro de un hada madrina, acabaron alabando el reloj que Cenicienta exhibía en torno a su muñeca, adquirido en un puesto hippie callejero. Marcar tendencia por 5 euros sí que no tenía precio (o al menos era muy asequible). Y fueron felices y comieron perdices (y unos cuantos bombones más, cortesía del noruego buenorro).

PD: durante el rodaje de este cuento nadie se convirtió en calabaza.

jueves, 12 de julio de 2012

¿Seré el padre?

Que el desconocido que se sienta frente a ti en el metro esté leyendo un periódico en cuya portada aparece una foto que has hecho tú es una experiencia rara rara. Como la del tipo que engendra un hijo en una noche de perjuicios etílicos y veinte años después se lo encuentra en un bar y se dice: el caso es que esa cara... me resulta familiar. Si no me conociera, juraría que lleva mi firma...

miércoles, 4 de julio de 2012

La independencia de los zampabollos

Una vez más me dispongo a destripar un mito de la panoplia americana. Y uso este verbo, "destripar", con toda la mala intención. Veréis por qué. El 4 de julio se celebra el día de la Independencia, porque en tal día como hoy, cuando corría el año 1776, se constituyó esta gran nación de las barras y estrellas que tanto nos emociona, gracias a que en Pennsylvania se reunieron los representantes de las trece colonias británicas y firmaron un texto muy bonito sobre la libertad y la felicidad y la dignidad del hombre y se quedaron tan a gusto. Y luego se agenciaron un director chovinista, véase Oliver Stone, les rueda una película, la titula "Nacido el 4 de julio", incluye a Tom Cruise en el reparto (antes de que lo dejara Katie) y ya tenemos país para rato. Pero luego, con el paso del tiempo, es inevitable que la idiosincrasia de los pueblos evolucione y, a veces, se les acabe rompiendo una tripa por algún lado. Porque lo cierto es que el festejo más reseñable del 4 de julio no son los desfiles ni los fuegos artificiales (bien decepcionantes, todo hay que decirlo; tendrían que aprender de la pirotecnia sanferminera, que también se estrena por estas fechas). El gran acontecimiento de este excelso día es un concurso de perritos calientes. No nos engañemos. Sus héroes nacionales no son el padrecito fundador Thomas Jefferson ni otros próceres insignes. Sus actuales héroes nacionales son los zampabollos. Que tienen muchísimos fans, por cierto, entre ellos mucho español, encantado de fotografiarse con estos pesos pesados de la caloría. Sin embargo, no es en este hecho donde se revela la decadencia de Estados Unidos. Qué va. Si sólo fuera eso... Lo realmente estomagante es que este certamen ni siquiera lo gana el hombre americano medio, curtido en los tugurios de pizza de a un dólar, las bolsas de aperitivos formato familiar y cebado en la teta del capitalismo de sofá. 





 
Para vergüenza y oprobio del Homer Simpson de a pie, ha tenido que venir una surcoreana de 47 kilos a darles sopas con hondas y batir un nuevo récord en la categoría femenina al engullir 45 perritos calientes en diez minutos. 




 No sé cómo pueden seguir saliendo a la calle con la cabeza alta después de esto. Con razón dicen que los chinos se nos van a comer a todos por los pies. Quizás la única victoria que se pueden anotar es la de haber hecho asimilar al resto del mundo su patrón cultural: el de tragaldabas. Hotdogcentrismo sin fronteras. Pero en fin, que no lloren por esta humillación, que siguen teniendo un gran país (talla XL). Y, sobre todo, que hagan de tripas corazón.

http://noticias.lainformacion.com/estilo-de-vida-y-tiempo-libre/gastronomia-restaurantes-y-cocina/los-devoradores-de-perritos-calientes-concursan-de-nuevo-en-nueva-york_dMv8mk2IGIAamj4yJNzxF3/